martes, 23 de septiembre de 2014

El NUEVO HERALD BARRE EL PISO CON MADURO

Danzan en el aire los rollos de serpentina; chispea el confeti de caritas sonrientes y papelitos multicolores; flotan, en forma de acordeón, las guirnaldas de papel crepé. No es Carnaval ni la despedida de Año Viejo. Es día de fiesta en el departamento de mercadeo de el Nuevo Herald.

Su nimio presupuesto jamás alcanzaría para comprar un espacio publicitario en la televisión internacional, la prensa y las redes sociales como el recién recibido por cortesía de Nicolás Maduro. ¿Cómo agradecer al líder de la “robolución” bolivariana la promoción, a toda voz, de nuestra marca? Por favor, Nicolás, sigue acusando al periódico de campañas oníricas, que le es menester un empujoncito en las ventas.

Asombra, confieso, que aun sin conocerse en cuál escuela primaria aprendiste el alfabeto, te hayas convertido en ávido lector de prensa. Y, además, ¿sigues los escritos de académicos de la prestigiosa Universidad Harvard, donde Leopoldo cursó una maestría en Políticas Públicas? Si estás interesado, ofrece clases online sin examen de admisión. Por donde pisas, derrochas caudales de talento. ¡Sumo orgullo para la nación que haces trizas!

Tu amigo el pajarillo travieso, emisario de “Chávez nuestro, que estás en el cielo…”, te ha recomendado la prueba de dislexia; al parecer, no comprendes bien lo que lees. En secreto, me chismeó que te has negado, lloriqueando, a seguir el tratamiento del médico, uno de los pocos que queda en el país. De veras, el antipsicótico es excelente para la paranoia. María Conchita no clava colmillos. Ricardo Hausmann no asecha en el sueño con un tridente. Es el subconsciente que os acusa.

¡Basta de cháchara y a trabajar! Reintegra el dinero hurtado a las aerolíneas y saca pasaje a Miami para conocer a los venezolanos que, según difamas, “están envenenados, llenos de odio, rabia, de locura, y que tratan de envenenar y lanzar su veneno desde Miami”. No olvides el refrán: cada ladrón juzga por su condición. Anda, sal de los cuarteles del autoritarismo y peregrina por las ciudades del mundo pobladas por tus compatriotas emigrados. Constatarás la fuga masiva de cerebros y talentos ahuyentados por la lengua viperina y el oscurantismo del sistema castro-chavista-madurista. Ven con la chequera gruesa de la boliburguesía; aquí no atracan ni matan a la salida del aeropuerto. Entra al supermercado a cualquier hora y compra lo que se te antoje, que nada escasea en los anaqueles desbordados de productos alimenticios.

Después de cenar al aire libre, detente en pleno Lincoln Road con un megáfono y echa sapos y culebras. Denuncia el “laboratorio de mentiras”, la “guerra psicológica”, los “crímenes de guerra”. Nadie te arrojará al calabozo porque la libertad de expresión se respeta. Al día siguiente, durante el desayuno en un hotel cinco estrellas subvencionado con el patrimonio nacional desfalcado, no te enfades si, al ojear el periódico, aparece alguna caricatura sobre la triste verdad de tus fracasos. Ahórrate la acidez estomacal. No van a echar del trabajo al dibujante.

Desenmaráñate de la red de justificaciones que has tejido con alambre de afiladísimas púas. Cuidado no te cortes al zafarte del descalabro. Ya es demasiada la sangre derramada sobre el mapa de Venezuela por la violencia de tu régimen y uno de los más macabros índices de homicidios en el globo. Concibe algo más creativo que los chivos expiatorios –los estudiantes, los médicos, los opositores, los periodistas, los sindicalistas, los empresarios, los seres pensantes– para enfrentar la crisis política, económica y moral que en tu regazo arrullas con ternura.

Toma un curso de locución para hallar tu propio tono de voz en lugar de imitar mal al “santificado” que te guía cada día. Encuéntrate a ti mismo, aunque te pierdas en el vacío. Practica la aceptación y desecha la negación de la realidad. De nada vale vestirse con el traje nuevo del emperador, porque en el desfile, aunque los ignorantes y temerosos del pueblo alaben pomposamente la tela, algún niño sacudirá a la multitud de la inercia: “¡Pero si va desnudo!”.

En lugar de arrimarte, con la nariz mocosa, a la falda de la fiscal Luisa Ortega para acusar hasta las moscas por intentar desestabilizar un gobierno corroído por la corrupción y la sarna, saca un diccionario e instrúyete en los significados de democracia, derechos humanos, diálogo, libertad, justicia, respeto, constitucionalidad y otros tantos términos que desvirtúas con gramática parda. Ese puño erguido, propio de tu belicosa postura, exhibe decaimiento. Se quiebra el cristal de tu vitrina.

Promete que no dejarás de leernos ni de culpar a el Nuevo Herald, a CNN o a otros medios internacionales –a los nacionales los han amordazado casi todos– por tus males, pues desconocíamos este súbito mágico poder. Y haz algo, por favor, por la salud pública, abordando la actual emergencia sanitaria con conocimiento científico y no con acusaciones a la “derecha fascista”, pues la gente no es tan ignorante como crees, basándote, por supuesto, en lo que conoces.

Maduro, mano, madura…

DANIEL SHOER

Fuente: El Nuevo Herlad

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