viernes, 23 de junio de 2017

“La actual crisis venezolana no tiene precedentes”

En entrevista con DW, Evan Ellis, profesor del Instituto de Estudios Estratégicos del Army War College de Estados Unidos, atribuye el fracaso de las mediaciones en la crisis venezolana al carácter excepcional de la misma

Marchas antigubernamentales en Caracas; en primer plano,
agentes de la Guardia Nacional Bolivariana.
Consultados previamente por DW sobre el rol que Estados Unidos podría jugar en la defensa de la institucionalidad democrática en Venezuela, analistas como Detlef Nolte, director del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos, y Peter Birle, director de investigación del Instituto Iberoamericano (IAI) de Berlín, enfatizaron que las iniciativas para reinstaurar el Estado de derecho en ese país deben provenir de los Gobiernos latinoamericanos y caribeños.

En Movilización y bloqueo del sistema, su análisis más reciente para la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín, la investigadora Claudia Zilla sostiene que los vecinos de Venezuela –sobre todo los sudamericanos– deberían presionar al Gobierno de Nicolás Maduro para que acepte la ayuda humanitaria que la población necesita y permita la celebración de elecciones con observadores internacionales imparciales; medidas en las que la Unión Europea podría cooperar.

Pero en La resiliencia del autoritarismo venezolano, un artículo publicado en marzo por el Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), el catedrático de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá Víctor Mijares alega que los homólogos de Maduro no pueden hacer mucho para conseguir que el estamento chavista deje de actuar como un "régimen exótico”, cuyos valores y proyectos políticos contrastan con la tendencia democrática prevalente en el continente.

Ahora, en entrevista con DW, Evan Ellis respalda la tesis de Mijares, atribuyendo el fracaso de las mediaciones externas en la crisis político-institucional de Venezuela al carácter excepcional de la misma. "Lo que está pasando en Venezuela no tiene precedentes en la economía global moderna”, asegura Ellis, profesor del Instituto de Estudios Estratégicos (SSI) del Army War College de Estados Unidos, especializado en la investigación del acontecer latinoamericano.

Deutsche Welle: No es fácil describir la política para Venezuela del mandatario estadounidense; a veces luce intempestiva, pero, por lo general es mesurada. ¿Cómo la percibe usted, señor Ellis?

Evan Ellis: De cara a Venezuela, el presidente Donald Trump no ha asumido ni una línea blanda ni una línea dura, porque su política para Latinoamérica y el Caribe aún está siendo delineada; él todavía no ha nombrado a un nuevo subsecretario de Defensa adjunto para el Hemisferio Occidental que lo represente directamente en estas lides ni tampoco a un nuevo subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental responsable de diseñar políticas.

Sin embargo, Trump ha dejado entrever que no está dispuesto a tolerar desmanes como los que se están perpetrando en Venezuela bajo el mandato de Maduro. Yo diría que así como se malinterpretó a Trump cuando dijo que sería un honor para él conocer personalmente al líder norcoreano Kim Jong-un en Pyongyang, Maduro se equivocaría si tomara la buena fe, la precaución o la mesura de Trump como indicios de que Washington no es capaz de actuar.

No olvidemos que Trump pidió la liberación de los presos políticos venezolanos antes de cumplir un mes en la presidencia. En ese sentido, creo interesante destacar que el senador Marco Rubio y otros políticos que han asesorado a Trump en lo que concierne a América Latina y el Caribe fueron considerados sus rivales durante las elecciones primarias del Partido Republicano. Eso apunta a que Trump está dispuesto a aceptar consejos y recomendaciones de fuentes muy diversas.

Analistas sostienen que las mediaciones diplomáticas en la crisis venezolana deben ser orquestadas por los Gobiernos al sur del Río Bravo, no por Estados Unidos. ¿Qué cabe esperar de los latinoamericanos?

Washington está consciente de que cualquier intento suyo de intervenir en la cuestión venezolana sólo fortalecería al Ejecutivo de Maduro. Pero aparte de eso, aunque confío en que Estados Unidos y los países latinoamericanos seguirán tomando medidas contundentes en esta materia, yo dudo que alguno de ellos tenga influencia suficiente para resolver la crisis. Los aliados del chavismo en la región vetarán las mociones de la OEA y tanto Rusia como China vetarán las de la ONU.

Es posible que veamos surgir grupos de países bienintencionados, ‘Amigos de Venezuela' con limitada capacidad para generar cambios; pero lo más seguro es que la coordinación regional termine concentrándose en eso que llaman ‘administración de secuelas'. Por ejemplo, atendiendo a las decenas de miles de refugiados venezolanos que migrarán hacia Colombia, Brasil, República Dominicana y Trinidad y Tobago, huyendo de los abusos y las estrecheces vividas en su país.

Lo que ocurre en Venezuela no es una cuestión de política o de relaciones internacionales, sino un golpe del crimen organizado de gran escala: un grupo de criminales ha tomado control del Estado y asaltado su tesorería. El problema de fondo es que no existe un mecanismo jurídico internacional ni un modelo de cooperación regional que permita rescatar a un Estado en esas circunstancias sin violar su soberanía. De momento no hay cómo liberar a Venezuela, a su gente y a sus recursos de quienes los secuestran a punta de pistola.

Evan Romero-Castillo

Evan Ellis: “Venezuela es pasar hambre o luchar”

Ya se oyen voces augurando el principio del fin de la autocracia en Venezuela. Pero, ¿y si fuera más bien el preludio de una dictadura declarada en un Estado abiertamente fallido? DW habló al respecto con Evan Ellis.


Dentro y fuera de Venezuela gana terreno la impresión de que los funcionarios a la orden del presidente Nicolás Maduro están acorralados, de que sus infracciones contra la Constitución del país y los derechos humanos universales han traspasado el umbral de lo tolerable en nombre de la “no injerencia en los asuntos internos de una nación”, de que ya no podrían reatar las hebras del hilo constitucional ni siquiera queriéndolo sinceramente, de que este es el principio del fin de la autocracia.

Pero, ¿qué pasaría si ese no fuera el caso, si todo esto fuera más bien el preludio de una dictadura declarada en un Estado abiertamente fallido, si el hecho de estar acorralada fuera precisamente lo que hace más peligrosa a la élite chavista? En entrevista con DW, Evan Ellis presagia un escenario poco esperanzador para Venezuela, arguyendo que lo que allí sucede es inédito en el mundo. Ellis es profesor del Instituto de Estudios Estratégicos (SSI) del Army War College de Estados Unidos, especializado en la investigación del acontecer latinoamericano.

Deutsche Welle: Dr. Ellis, varios analistas coinciden en que las mediaciones diplomáticas en la crisis venezolana deben ser orquestadas por los Gobiernos al sur del Río Bravo y no por Estados Unidos. ¿Qué cabe esperar de los latinoamericanos?

Evan Ellis: Lo que ocurre en Venezuela no es una cuestión de política o de relaciones internacionales, sino un golpe del crimen organizado de gran escala: un grupo de criminales ha tomado control del Estado y asaltado su tesorería. El problema de fondo es que no existe un mecanismo jurídico internacional ni un modelo de cooperación regional que permita rescatar a un Estado en esas circunstancias sin violar su soberanía. De momento no hay cómo liberar a Venezuela, a su gente y a sus recursos de quienes los secuestran a punta de pistola.

Desde hace mucho tiempo se argumenta que la flagrancia con que la élite chavista viola las reglas del juego democrático se debe a que ésta no tiene adónde huir. Objeto de imputaciones en Estados Unidos por violaciones de derechos humanos, enriquecimiento ilícito y otros delitos, abundan los civiles y los militares que no pueden salir del país sin ser perseguidos por Interpol. Conservar su fortuna mal habida y su libertad depende de que conserven el poder. Dado que el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) impide que se realicen elecciones limpias, ¿cree usted que la negociación con el régimen de Maduro para que suelte el timón girará inevitablemente en torno a garantías de amnistía, salvoconductos o acuerdos de no extradición?

 Consentir que la impunidad de estos criminales sea objeto de negociación equivaldría a haber dejado sin castigo ciertos desmanes cometidos por los nacionalsocialistas alemanes antes y durante la Segunda Guerra Mundial. El riesgo de semejante concesión es que sentaría un precedente peligroso: un grupo de criminales explota las necesidades de una población marginada, llega al poder por la vía de las urnas, se apropia de los recursos de la nación y termina saliéndose con la suya porque se le perdonan todos sus delitos.

Eso es inaceptable porque en la economía global moderna son varios los Gobiernos con ganas de imitar al de Maduro y repetir la tragedia venezolana. La gobernanza y el orden globales exigen que, independientemente de lo que pase, los funcionarios del Ejecutivo de Maduro sean procesados judicialmente con toda la dureza de la ley por haber saqueado las arcas del Estado, por haber violado los derechos humanos de su población y por haber pisoteado la Constitución Nacional. Habiendo dicho esto, reconozco que estamos ante un dilema…

En una entrevista televisada a finales de abril, la senadora uruguaya Verónica Alonso, de la formación opositora Partido Nacional, sugirió buscarle una “salida negociada” a la crisis venezolana que incluyera la oferta de un salvoconducto para Maduro. Más de un venezolano debe haber asentido; en las redes sociales no son pocos los que parecen estar a favor de que los mandamases del chavismo se queden con sus botines a cambio de que abandonen el país. Eso suena como un trueque muy odioso, pero así de extrema es la situación… 

Es casi imposible predecir que la situación venezolana terminará bien porque, aparte del presidente Nicolás Maduro, del segundo “hombre fuerte” del PSUV, Diosdado Cabello, y del vicepresidente de la nación, Tareck El Aissami, hay otros miembros de la cúpula civil y militar del chavismo involucrados en el narcotráfico, en la industria del contrabando y en otros delitos serios. Y todos ellos tienen claro que la Administración para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos y otras instancias internacionales poseen evidencias de sobra.

Hugo Carvajal, cónsul general de Venezuela en Aruba, fue detenido en la isla por sus vínculos con las FARC y el narcotráfico (24.7.2014). Leamsy Salazar, jefe de seguridad de Diosdado Cabello, se fue a Estados Unidos y acusó a Cabello de ser el jefe del “Cartel de los Soles” (26.1.2015). Dos sobrinos de la pareja presidencial fueron arrestados en Haití por tráfico de drogas (10.11.2015). Después de estos sucesos, la élite chavista sabe que puede perder sus fortunas y su libertad fácilmente si sale del país o si otro partido llega al poder en Venezuela.

Si la sociedad civil venezolana no puede recibir más que apoyo moral desde el extranjero, ¿qué puede hacer por sí misma para librarse de los que usted describe como “secuestradores” del Estado y “ladrones” de su tesorería? ¿Cómo ve usted la situación en Venezuela a corto plazo?

El despliegue adicional de cien agentes de contrainteligencia cubanos para detectar indicios de rebelión en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, la tendencia de los militares venezolanos a asumir competencias claves como la distribución de alimentos, el hecho de que el Gobierno de Maduro le entregue armamento a cuerpos paramilitares y hable de darle aún más armas a aún más paramilitares… todo eso apunta a que la élite chavista lo tiene todo para ganar si se aferra al poder, cueste lo que cueste, y todo para perder si no lo hace.

Apartando formas de resistencia más agresivas que las vistas hasta ahora, que sin duda desembocarían en una tragedia, no hay muchas otras opciones para sacar al país del atolladero en que está. Pero la población venezolana está desarmada porque así lo establece la Constitución…

Usted sostiene que la crisis político-institucional de Venezuela es algo sin precedentes. ¿De verdad no se puede aspirar a una transición pacífica hacia la democracia como la que tuvo lugar en España y Chile, por citar dos ejemplos?

La situación actual de Venezuela no se puede comparar con la de ningún otro Estado iberoamericano, sino con la de países como Zimbabue y Corea del Norte, donde las castas que tomaron control absoluto del Estado son capaces de infligir sufrimiento a sus habitantes hasta el punto en que la única opción que les queda es pasar hambre o luchar. Venezuela es pasar hambre o luchar. Los casos de Zimbabue y Corea del Norte dejan claro que no existe un mecanismo automático que genere movilización e impida la resignación frente a circunstancias terribles e injustas.

Evan Romero-Castillo

jueves, 22 de junio de 2017

¿Y cómo nos comemos el 333 y el 350?








Bien encaminada pareciera estar la decisión de la oposición oficial de ¡por fin! asumir los Artículos 333 y 350 de la Constitución con el fin de enfrentar al régimen en su determinación de imponer un fraude constitucional vía constituyente (ver Manifiesto de la Unidad Democrática en defensa de la Constitución y la Democracia, en
http://www.unidadvenezuela.org/2017/06/ … emocracia/).

Y digo pareciera porque si bien es cierto eso hay que hacerlo, creo que se saltaron algunos pasos antes de llegar allí. Lo primero que hay que hacer es decirle a la gente como se come eso. El solo expresar “estamos en 350” o “estamos en 333” requiere que antes se le explique, y mas allá, se conduzca a la población a la ejecución de las acciones cívicas y no violentas que se realizarán con la ayuda de ellos, más allá de solo indicarles que estén en las calles o exhortar a la población a que declaren “que no permitirán el uso de los centros electorales y centros comunitarios para la violación de la constitución…” (Séptimo punto del Manifiesto de la MUD).

He estado “en 350” desde el año 2013, al desconocer públicamente y en la práctica al CNE como institución que refleja la voluntad de los electores venezolanos y expliqué en su momento porqué (Ver Porqué no les daré mi voto, en http://ticsddhh.blogspot.com/2013/11/po … -voto.html). Pero la MUD hasta ahora ha reconocido al CNE participando, y haciendo que la población participe, en todas las elecciones hasta la fecha. Algunos dirán que les salió bien porque existe una Asamblea Nacional opositora. Pero aun así, en el neto, hemos llegado a lo mismo, a desconocerlos por sus acciones inconstitucionales, solo que muchos años después, luego de mucha destrucción y muerte, y donde todos hemos perdido por haber llegado tarde a la misma conclusión a la que yo llegue en el 2013. Es tarde para decir que hubiera pasado si los hubiéramos desconocido antes cuando Capriles no quiso marchar al CNE. Aunque quisiera no tienen mi reconocimiento por eso, y espero que ese desconocimiento que ahora hacen también aplique a su participación en cualquier elección futura hasta que este CNE cambie, incluyendo la de Gobernadores y Alcaldes.

Dicho esto, quiero volver al punto inicial: ¿y cómo se comen en la práctica ahora el 333 y el 350? Porque es muy simple decirle a la gente que “impidan el uso de los centros electorales” sin provocar violencia y muertos, o mantenerse en las calles indefinidamente evitando más muertes de adolecentes. Pregunten a la dirigencia más allá de la rabia que eso nos pueda provocar. ¿Cómo colabora un ama de casa común, o un jubilado de la cuarta edad, o un simple trabajador, que por una u otra razón no ha podido, aunque haya querido, estar en una de esas marchas de protesta cívica? La oposición podrá sacar a la calle un millón de personas pero en el RE hay 19 millones de personas. ¿Cómo se hace para que esas personas que están allí y que se oponen a este régimen se manifiesten abiertamente con un 333 o un 350?

Esas son las preguntas difíciles que nos deben responder responsablemente los dirigentes de la MUD. Si bien es cierto que existen efectivamente venezolanos que están batallando en las calles, ellos no pueden, ni deben ser, aunque lo quieran, material humano bélico de enfrentamiento en contra de un gobierno asesino armado hasta los dientes, que en lugar de alimentos y medicinas, gasta los reales en tanquetas, balas y bombas lacrimógenas para reprimirlos.

Entonces nuestra lucha es y tiene que ser cívica y no violenta. Y eso no significa que se rehúyan las manifestaciones de calle a las que el régimen agrede abiertamente, sino que todas las acciones que se realicen deben tener una característica tal que traigan como consecuencia la participación de la mayor cantidad de personas posible en actos cívicos que impliquen un accionar democrático, y que de ser reprimidas expongan y debiliten aun mas al régimen y a su base de sustentación.

El año pasado me refería a como entendíamos desde la Alianza Nacional Constituyente la ejecución del Artículo 350 (ver El verdadero desconocimiento del Artículo 350, en http://ticsddhh.blogspot.com/2016/10/el … o-del.html) y la colaboración a la restitución de la vigencia de la Constitución del 333. Allí describía que el solo hecho de activar el Poder Originario establecido en el Artículo 347, por encima de los Poderes Constituidos ya era de hecho el desconocimiento previsto en el Artículo 350. La aplicación misma de las Bases Constituyentes para el llamado a una Constituyente Originaria, era en sí misma un desconocimiento del CNE, TSJ, Ejecutivo Nacional y el resto de los Poderes secuestrados por el régimen.

¡El solo hecho que un ciudadano común firmara una planilla de recolección de firmas para activar el Poder Originario ya constituía la activación del 333 y 350 por parte de ese ciudadano! ¡Y eso sin que expusiera su vida frente a la Guardia Nacional! Mi primera aproximación aquí debería ser a que lo activáramos con unas Bases Constituyentes que ya hemos hecho del conocimiento público. Pero habida cuenta que ahora no se trata de la activación del Poder Originario para llamar al Constituyente sino para que se pronuncie en contra de un fraude constitucional, el método es exactamente el mismo y está en manos de la Asamblea Nacional. Veamos.

En una nota anterior explicaba el mecanismo del Artículo 71 (ver La batea de la Asamblea Nacional, en http://ticsddhh.blogspot.com/2017/06/la … ional.html) y la propuesta de la Alianza Nacional Constituyente a la Asamblea Nacional (ver Mensaje de la ANC a la Nación, en http://ancoficial.blogspot.com/2017/05/ … ional.html, y Comunicación dirigida a la AN por parte de la ANC en fecha 25-05-2017, http://tinyurl.com/yd8w2dqy

¿Qué requiere esto? De una decisión formal de la Asamblea Nacional -que todavía esperamos- de ir a un proceso de Referendo Consultivo con la mayoría simple de sus integrantes de acuerdo al Artículo 71 y establecer a seguidas un cronograma de ejecución inmediata para esa consulta sin el CNE porque estamos en 350, con la colaboración cívica de todos los ciudadanos, investidos o no de autoridad, porque estamos en 333. Estoy seguro que eso lo montaría la MUD en pocos días con la colaboración de todos cívicamente. Así nos comeríamos esa decisión de llamar al 333 y al 350 con la participación de 19 millones de ciudadanos.

Creo entonces que la cosa no está en impedir que ellos voten como dice ese Manifiesto de la MUD, sino en hacer que ellos impidan que nosotros lo hagamos demostrando mayoría. Se vería extraordinariamente mal que nosotros seamos lo que impidamos votar cuando ¡son ellos quienes nos lo impiden a nosotros! ¿Se imaginan al 85% de ese Registro Electoral ejerciendo su derecho a votar en un Referendo Consultivo, llamado por las fuerzas democráticas los días previos al 30 de julio, haciendo cola frente a unas cajas de cartón –sin máquinas- en todas las ciudades de Venezuela en los sitios más diversos? ¿Qué haría el régimen? ¿Nos echaría encima a la Guardia Nacional pretoriana en toda la geografía nacional para acabar con las colas de personas que lo que desean es expresarse cívicamente para vivir en democracia? ¿Se atrevería Maduro a matar a la gente en esas colas de gente asumiendo la constitución pacíficamente? Me imagino cómo reaccionaría la comunidad internacional cuando observen los videos de la GNB dispersando con “gas del bueno” a la gente en las colas tratando de votar. A eso es que hay que obligar al régimen.

Y si lo hacen, ¿se lo permitirán los militares? Allí es donde le veríamos el hueso a las Fuerzas Armadas. Allí es donde aquellos que están para hacer cumplir la voluntad del pueblo con sus armas se tienen que definir a favor o en contra de que ese mismo pueblo se exprese cívicamente. ¡Y lo harán precisamente a través del 328, 333 y 350 porque les daríamos la oportunidad única para eso! Porque no es al frente de una ballena, la GNB o los colectivos armados que el pueblo venezolano deberá ganarle la batalla a estos delincuentes, sino en el mero centro donde se encuentra el origen de la legitimidad de las instituciones: en el voto. Si lo hacemos adecuadamente, habremos conducido esta lucha cívica con la menor exposición de vidas y con la mayor probabilidad de éxito, porque nos habremos comido como es el 333 y el 350, y obligado al 328 quienes les corresponde.


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