Venezuela se enfrenta a lo que probablemente sea la más profunda crisis económica de su historia. Lo curioso es que esto ocurriera después de dos lustros con los precios petroleros sostenidamente más altos que se conocen. Nunca un gobierno venezolano dispuso de ingresos tan elevados.
De haber utilizado sensatamente esos recursos, podríamos haber resuelto de manera sostenible los problemas sociales y también tendríamos una economía sustentable, menos dependiente del petróleo y capaz de capear el temporal. Sin embargo el gobierno carece hoy en día de mecanismos para enfrentar la brusca caída de los precios del petróleo.
Ya en tiempo bíblicos José había interpretado “el sueño de las vacas gordas y las vacas flacas” del Faraón, recomendándole ahorrar durante los 7 años de vacas gordas que se avecinaban en Egipto, para poder enfrentar los 7 años de vacas flacas que vendrían después.
Venezuela fue quizá el primer país petrolero en seguir el consejo bíblico. Ya desde 1960 se había creado un “Fondo Anticíclico” que según su artículo 44 “estaría constituido por el 50% de todos los superávit entre ingresos recaudados y gastos realizados en los sucesivos ejercicios fiscales”. Esos ahorros, sólo podían ser usados para compensar contracciones en la actividad económica.
Incluso desde 1925 Juán Vicente Gómez había establecido lo que en la práctica operó como una suerte de fondo de estabilización macroeconomía. Lo que él había pretendido en realidad era ahorrar durante varios años para celebrar el primer centenario de la muerte del Libertador con grandes obras públicas. Sin embargo esos fondos sirvieron para amortiguar el impacto que en el país tuvo la severa recesión mundial que tuvo lugar con el crash de Wall Street de los años 30.
En 1990 Noruega, a raíz de las distorsiones que surgieron en la economía de ese país con la aparición de grandes reservas petrolíferas en el Mar del Norte, se creó un fondo “intergeneracional” con el objeto de proteger la economía de las volátiles fluctuaciones en los precios del petróleo y el gas. El fondo noruego acumula ya cerca de 230.000 millones de dólares y si se distribuyera entre sus habitantes, todos los noruegos serían millonarios.
En 1998, durante el gobierno de Caldera, se aprobó la Ley del Fondo de Inversión para la Estabilización Macroeconómica. Simplificando su contenido, se establecía que si los ingresos petroleros superaban el promedio anual de los últimos cinco años, el excedente tenía que ser capturado y ahorrado en ese Fondo. Esos recursos sólo podían utilizados si los ingresos petroleros caían por debajo del promedio de los cinco años anteriores. Se trataba pues de un fondo “contracíclico”, cuyo objetivo era neutralizar los característicos vaivenes del precio del petróleo.
Otros países petroleros han establecido diferentes mecanismos que tienden al mismo objetivo. Arabia Saudita, dispone de unos 700.000 millones de dólares y Kuwait de unos 200.000 millones con los mismos objetivos
Sin embargo al presidente Chávez no le gustó la idea. Estaba convencido de que los precios del petróleo subirían indefinidamente razón por la cual no era necesario economizar. Para él lo importante era gastar todos los recursos, a manos llenas, a fin de crear una sólida base política capaz de garantizarle la permanencia perpetua en el poder. Muy pronto modificó el Fondo de Estabilización Macroeconómica transformándolo en otro de naturaleza “procíclica”, -porque profundizaba los extremos del ciclo hacia arriba y hacia abajo- ya que autorizaban al presidente de la República para utilizar los ahorros a su voluntad, incluso al margen del presupuesto nacional. Esa era el objetivo de las misiones, del FIEM y del FONDEN.
Los presidentes Chávez y Maduro nunca entendieron la naturaleza del negocio petrolero. Se negaron a creer que el vaivén de sus precios era la característica más conspicua del negocio de los hidrocarburos. Siendo a la vez el populismo la definición resaltante de sus gobiernos, vieron en el petróleo simplemente un ingreso fácil que debía ser distribuido generosamente en forma de dádivas para fortalecer su piso político. Eso lo hicieron tanto en Venezuela como en el exterior, donde también querían extender la influencia de su revolución .
Pero ahora vienen los años de vacas flacas. Del informe del Fondo Monetario Internacional “Perspectivas Económicas Globales” podemos concluir que ese sueño llegó a su término.
La situación de Venezuela es la más dramática de Latinoamérica. La caída de los precios del petróleo, las insuficientes reservas internacionales, el fuerte déficit fiscal, la inseguridad jurídica, el agudo endeudamiento, la desconfianza de las calificadoras de riesgo internacional, la inflación desbordada, la escasez, la inflexibilidad del mercado laboral, la destrucción del aparato productivo, las consecuencias de los controles de precios, el déficit en la balanza comercial y la ausencia de mecanismos de estabilización macroeconómica tendrán un profundo impacto en el país.
“Cada disminución de 10 dólares en los precios del petróleo acarrea un deterioro en la balanza comercial del orden de un 3,5% del PIB, un impacto muchísimo mayor que para cualquier país de la región” señala el FMI. La proyección actual del organismo con respecto al PIB de Venezuela “es de una caída en el nivel de actividad del 7% en el 2015”.
Enfrentamos un panorama devastador. La sociedad será capaz de encontrar soluciones; sin embargo, la historia registrará estos últimos 16 años como aquellos en los cuales Venezuela desperdició su mayor oportunidad y perdió el rumbo.
Jose Toro Hardy