viernes, 6 de marzo de 2015

¿Cómo es posible? Ustedes mataron a un carajito…

Daniel está indignado. Está harto,
arrecho, triste, conmocionado…

No mide las consecuencias y se quita la  camisa. Con sus manos, toma unos trazos de sangre de Kluivert Roa –esa que quedó en plena calle– y se la unta en el pecho.

Se dirige al piquete de la Policía Nacional Bolivariana y hace la pregunta que 30 millones de venezolanos nos hacemos hoy: “¿Cómo es posible que ustedes hayan matado a un carajito de 14 años?” Daniel inunda las redes sociales con esa imagen. Muchos se confunden y creen que es el hermano de Kluivert. No es su hermano genético, pero Daniel lo llama “mi hermano venezolano”.

Creo que el día 24 de febrero, todos nos convertimos en familia de Kluivert. En su mamá, su papá, su hermano o su compañero scout. Pero Daniel nos lleva ventaja: estuvo ahí cuando Kluivert fue asesinado. Y no tiene miedo de contar lo que vio.

Esta es nuestra conversación, en la noche del mismo 24 de febrero de 2015:

Daniel: “Desde las horas de la mañana, se había presentado una manifestación, como ya es habitual. Esta vez, la Universidad Católica del Táchira salió a las calles a protestar, por lo que normalmente se está protestando hoy en día: la escasez y tantas otras cosas.

En esos momentos, hay una arremetida por parte de la Policía Nacional Bolivariana.  Y Kluivert estaba saliendo de su liceo –  el Agustín Codazzi,  ubicado a unas cuantas calles de la Universidad Católica – y se dirigía a su casa.  Él no estaba metido en la protesta, solamente estaba transitando esa zona porque era su camino habitual hacia la casa.

Cuando viene la arremetida, Kluivert no sabe qué hacer y se esconde debajo de un auto. En ese momento, es detectado por un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana, que lo saca de debajo del auto donde se había escondido, le proporciona un golpe en la cabeza y, posteriormente, lo fulmina con un disparo.
El chico quedó muerto al instante y la Policía Nacional Bolivariana se dio a la fuga de inmediato, al haberse dado el disparo.”

Andreina:   Sólo para precisar, confirmar y reconfirmar: ¿Tú viste cuando el funcionario de la Policía Nacional Bolivariana le disparó en la cabeza a Kluivert Roa de 14 años?

Daniel:  “Sí, señora. Lo confirmo.”

Andreina:  ¿Lo viste tú con tus propios ojos? No me lo estás inventando. Nadie te lo contó…

 Daniel: “No, nadie lo está inventando. Nadie me lo contó. Ahí estaba yo presente. Igualmente, están todos los videos y están también los compañeros de la Universidad Católica del Táchira que pueden reafirmar la información que te estoy dando.”

Andreina: Justamente hoy tuvimos oportunidad de escuchar las declaraciones de Ramón Cabeza, quien es el Jefe de Seguridad Ciudadana de la Gobernación del Estado Táchira. Y él, de alguna manera, sugería que el joven Kluivert Roa se había refugiado debajo de un carro y había sido alcanzado por una bala al azar. ¿Cómo se pueden evaluar estas dos versiones tan diferentes… la tuya y la de él?

Daniel:  “Para el Estado, siempre va a haber una razón donde nadie es culpable. Siempre va a haber una razón que lo justifique, una razón en la que ellos se laven las manos.

Yo no creo que un disparo al azar pueda llegar a la cabeza, a quemarropa, que sea capaz de atravesar la cabeza del muchacho y que los sesos hayan quedados regados en la calle. A mí no me parece un disparo al azar.”

Andreína:  ¿Qué sucedió después? ¿Qué hizo el funcionario que disparó? ¿Hubo un intento de linchamiento? ¿Qué sucedió después?

Daniel:  “Inmediatamente después de haber proporcionado el disparo, el policía se dio a la fuga, salió corriendo por la calle más cercana hacia la residencia del gobernador.

En ese momento, una gran cantidad de personas nos fuimos detrás de él.  El funcionario se montó en una de las motos  de un compañero mientras otro policía, tratando de dispersar toda la manifestación,  utilizó una bomba lacrimógena de mano. Y posteriormente, el policía que dio el disparo fue llevado a la residencia del gobernador del Estado.

En ese momento, yo tomo la decisión de quitarme la capucha, dejar las piedras a un lado y voy directamente a la residencia del gobernador, donde estaba un piquete de la Policía Nacional Bolivariana.

Voy con sangre de Roa en mis manos y en mi pecho, que agarré del sitio donde él quedó.  Y me arrodillo ante ellos. No ante ellos… ante Venezuela, exigiendo que salga alguien a hablar, a dialogar para parar esta situación.”

Andreína:  ¿Qué les dijiste a los funcionarios?

Daniel:  “Mira, yo… en una primera instancia, les expresé todo mi dolor, toda mi indignación, toda mi vergüenza, recordándoles que era un chico de 14 años, era un adolescente que tenía mucho por vivir. Que puede ser su hijo, su primo, su hermano.

Eso causó que muchos de los funcionarios soltaran algunas lágrimas. Al fin y al cabo, todos somos humanos…

Les exigí que enviaran a alguien para dialogar y para saber qué se iba a hacer porque la muerte de ese muchacho no podía quedar impune. Y sí, tres horas después , salió un representante de la gobernación del Táchira a dialogar con nosotros.”

Andreína:  ¿Tú crees que la muerte de este muchacho de 14 años, pueda ser un detonante de un estallido social en Venezuela?

 Daniel:  “Hoy, 24 de febrero, cambió la historia. Porque hoy no se asesinó a un estudiante más, hoy no se asesinó a un delincuente más. Hoy se asesinó a un chico de 14 años, un niño que tenía un millón de sueños por delante. Yo creo que hoy sí puede ser un detonante para que se dé un estallido social. Lamentablemente, Venezuela debe prepararse para un estallido social que muy pronto va a venir.”

Andreína: ¿Cuál es tu mensaje para el presidente Nicolás Maduro?

Daniel:  “Que renuncie. Para nadie es un secreto que el cargo le quedó grande. Que no se ha visto ninguna mejora y que día a día, la situación en Venezuela decae mucho.

Para mí, vale más una persona que sea capaz de asumir sus errores y que diga “Pongo mi cargo a la orden”. Vale mucho más eso que seguir dañando a un país con mentiras, con tantas vulgaridades y con argumentos que no tienen base. Mi mensaje es: Señor Nicolás  Maduro, renuncie, por favor.”

Andreína Flores