Estimada Dra. Barreiros:
No tengo el placer de conocerla. Jamás la he visto en persona. Lo único que he visto hasta ahora de usted son 3 cosas: una fotografía, donde usted aparece, muy sonriente, al lado del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, el llamado “número 2” del gobierno; otra fotografía, donde se le ve a usted con cara de pocos amigos, en un acto del Poder Judicial; y una sentencia, abusiva, ilegal, injusta, politizada, en contra de Leopoldo López, la cual fue difundida el pasado jueves 10 de septiembre.
Las dos imágenes que he visto de usted, hasta ahora, me hacen suponer que se trata de una mujer joven y de buen porte. Entiendo además que usted se graduó en la Universidad Santa María, una de las instituciones educativas de carácter privado más prestigiosas del país. Si el título de abogado se lo hubieran dado en la Universidad Bolivariana de Venezuela, quizá entendería un poco su mal proceder en la administración de justicia, pero habiéndose graduado en la USM, uno esperaría de usted un poco más de decoro en el ejercicio del derecho.
Leí un reportaje en el que señalan que su nombre completo es Susana Virginia Barreiros Rodríguez, titular de la cédula de identidad V- 14.851.035, y que fue designada “provisionalmente” el 12 de agosto de 2010 por la Comisión Judicial como reemplazo de la juez María Lourdes Afiuni, presa política de Hugo Chávez, por haber tomado la valiente y muy correcta decisión, apegada por demás a derecho, de liberar al preso político Eligio Cedeño.
Fíjese usted, Jueza Barreiros, la manera tan particular que tiene esta revolución para valorar a sus jueces: Afiuni fue detenida y encarcelada por aplicar correctamente la ley. A usted seguramente la premiarán y le darán un ascenso como Presidenta del Circuito Judicial Penal de Caracas, o como suplente en el Tribunal Supremo de Justicia por haber condenado injustamente a Leopoldo López.
El oficialismo ha encontrado una manera muy efectiva de ejercer presión sobre muchos jueces venezolanos. La detención, encarcelamiento y posterior enjuiciamiento de María Lourdes Afiuni se hizo con toda la intención de generar temor en las personas que administran justicia en este país. Después de lo que pasó con Afiuni, es muy difícil que un juez se atreva a dictar sentencias que vayan contra la voluntad del gobierno revolucionario.
En el 2010, un juez provisional del Táchira me condenó a 30 meses de prisión de manera injusta y sin ninguna prueba. Mi abogado defensor le dijo al juez que su decisión era írrita porque estaba condenando a un inocente. El juez dijo a mi abogado que “tengo que condenar a Azócar, porque si no lo hago, la celda que él ocupa en el Centro Penitenciario de Occidente, me la van a dar a mi”.
Algo similar debe haber ocurrido con usted, señora jueza Barreiros. No puede ser casualidad, por ejemplo, que desde el año 2010, usted sea juez provisional del tribunal 28° de Juicio del Área Metropolitana de Caracas. Venezuela es quizá el único país del mundo donde hay más jueces provisorios que jueces titulares. La provisionalidad se utiliza para mantener cautivo y bajo presión al juez de turno. La provisionalidad es como una suerte de “bozal de arepa” que le ponen al magistrado para que entienda que su cargo es “temporal” y que la única manera de mantener el puesto es tomando decisiones y adoptando sentencias que favorezcan los intereses del gobierno revolucionario.
En un país donde no existe independencia de poderes, donde tampoco hay suficientes ofertas de trabajo, y donde la pobreza o la riqueza de un profesional del derecho depende de sus “buenos contactos” en el gobierno, no es muy difícil entender las razones por las cuales un juez decide condenar a 13 años y 9 meses de prisión a un dirigente político que no ha cometido ningún delito, como es el caso de Leopoldo López.
Estimada Jueza Barreiros: me habría gustado muchísimo verla blandir el mazo de la justicia contra Arné Chacón Escamillo, hermano del inefable super ministro Jesse Chacón, quien ejerció durante 14 años casi todos los ministerios que existen en este país. Arné Chacón fue acusado nada más y nada menos que por el mismo comandante intergaláctico de haber pasado de la noche a la mañana de teniente pelabolas a multimillonario. En un país con un sistema judicial verdaderamente independiente, Arné Chacón habría sido condenado a 30 años de prisión por enriquecimiento ilícito. Pero usted lo dejó en libertad, muy seguramente gracias a la recomendación que le dio su entrañable amigo Diosdado Cabello.
Estimada Jueza Barreiros: también me habría gustado mucho ver el poder de su tribunal en el juicio que se le hizo al zar de Pdval y Mercal, Ricardo Fernández Barrueco. El señor Fernández Barrueco, como ya es sabido, fue acusado de amasar una extraordinaria fortuna en muy pocos años, gracias a los contratos que, aparentemente sin licitación, le fueron entregados por algunos ministros del gobierno de Hugo Chávez para que importara a Venezuela toda clase de productos alimenticios, para abastecer las misiones creadas por el comandante inter galáctico. Barruecos cayó en desgracia cuando incursionó en dos negocios en los que el chavismo no acepta mucha competencia: los bancos y las telecomunicaciones.
Pero al igual que hizo con Arné Chacón Escamillo, usted también dejó en libertad a Fernández Barrueco. Los dos prominentes “empresarios revolucionarios” encontraron en su tribunal una puerta de salida abierta de par en par para seguir con sus negocios, tanto dentro como fuera del país.
El único que no encontró esa puerta abierta fue Leopoldo López. El dirigente de Voluntad Popular que se atrevió a desafiar a Nicolás Maduro ha sido condenado por usted a casi 14 años de prisión. No hay ni un solo empresario o dirigente vinculado al PSUV que haya sido condenado a una pena similar en estos últimos 16 años. He de suponer que, gracias a esa sentencia, su provisionalidad en el tribunal 28, que ya lleva cinco años, se acabará en los próximos días, quizá en las próximas horas y usted será recompensada con la titularidad o con un cargo de mayor relevancia en el poder judicial venezolano.
Estimada Jueza Barreiros: he leído que usted tiene apenas 34 años. Es una mujer muy joven y con toda una vida por delante. Lo único que se me ocurre preguntarle, horas después de esa histórica, anti jurídica, írrita y alevosa decisión es lo siguiente: ¿Por qué razón una joven y talentosa profesional decide sacrificar todo su futuro tomando una sentencia que no tiene asidero legal? ¿Acaso no se ha dado cuenta que esta revolución de pacotilla tiene sus días contados y que más temprano que tarde será usted la que se encuentre en el banquillo de los acusados?
Estimada Jueza: un cargo y un fajo de dinero no son suficientes para dormir bien. Lo más importante que necesita un ser humano para dormir no es una buena cama, ni una buena sábana. Ni siquiera una buena compañía. Nadie puede dormir bien si no tiene la conciencia tranquila. ¿Después de la sentencia del pasado 10 de septiembre, duerme usted bien jueza Barreiros?
Por Gustavo Azócar Alcalá/ @gustavoazocara