lunes, 26 de septiembre de 2016

Carta pública para Henrique Capriles Radonski

Esteban Rawicz
Estimado Henrique, la vida me dio la oportunidad de conocer a tu mamá Mónica en mi temprana juventud. Conocí también a tus abuelos, gente extraordinaria e inolvidable.

¿Porque te nombro este detalle?, tus abuelos sabían muy bien el papel tan importante que jugaron los judíos en la diaspora, sin ellos no hubieran sobrevivido muchos de ellos.

Hoy he oído tu opinión sobre los Venezolanos en el exterior y me ha producido un "shock emocional", por no decirte la palabra correcta que aplicaría en éste caso. Espero que cuando estés en campaña electoral no tengas el descaro de pedir los votos de los Venezolanos en el extranjero, o ¿será que en ese momento nuestra opinión desde el extranjero si cuenta?.

Los Venezolanos tenemos el derecho de opinión y voto desde cualquier parte del mundo. Déjame aclararte que hay muchos Venezolanos en Venezuela que han hecho muy poco o nada por su Patria y habemos muchos en el exterior que si hemos aportado mucho a nuestro país. 

Tu discurso deja ver tu carácter separatista, deja ver exclusión y división. ¿Como es posible, que en el mismo momento que pides dejen de criticarte lo hagas criticando y descalificando a los Venezolanos en el exterior?, eso es inadmisible. 

Somos Venezolanos donde sea que estemos, tenemos nuestro corazón puesto en Venezuela desde cualquier lugar del mundo donde nos encontremos. Tu ignorancia en el tema de la diaspora y los exiliados es inaudita, no tienes idea por lo que pasamos los Venezolanos que hemos tenido que dejar a nuestra querida patria, no tienes la calificación requerida para criticarnos, ¿Quien te crees eres tú para hacerlo?, ¿Que estarían pensando de ti tus abuelos ante semejante pensamiento?.

Esteban Rawicz 

25 Septiembre 2016

sábado, 3 de septiembre de 2016

¿Papá Fidel, mamá MUD?, por Mónica Corrales

Para la mayoría de los hijos, mientras están pequeños, la inmadurez les hace catalogar a los padres como déspotas, al no permitirles hacer lo que se les antoje.

Nosotros como padres, en nuestro deber de formación, nos mantemos firmes, dictando pautas de disciplina, inculcando valores y principios que los formarán como individuos probos. A pesar de esta “crueldad”, nuestros hijos permanecen a nuestro lado a lo largo de su vida.

En la adolescencia quieren “mandar todo al diablo”, pero saben que no pueden asumir la responsabilidad de sus vidas y terminan aceptando nuestras “reglas”.

Este “chantaje sano” nos permite educarlos, hasta que llegan a la madurez, en la que agradecen y comprenden que la “crueldad”, no era otra cosa que el más puro amor.

Pero también existen los chantajes “insanos y premeditados”. Esos que se disfrazan de paternalismo para crear una dependencia ciega, y no dejar más alternativa que acompañar a los padres, venerarlos, y renunciar al criterio propio.

Esos que inculcan un “sentimiento de culpa” cuando los confrontan, exigiéndoles que cumplan con lo prometido. Esos que en lugar de responder por su irresponsabilidad, ineficiencia, y fracasos continuos; te acusan de “malcriado”.

Esos que fallan en el cumplimiento de sus deberes, una y otra y otra vez, pero resulta que aún obedeciendo, con esa fe ciega que sólo se profesa por los padres, nada cambia.

Llevamos casi dos décadas de la mano de “mamá MUD”, obedeciendo los caminos electorales que nos pauta, construyendo el piso político que la han hecho tan poderosa como el propio régimen. Que le han otorgado tantos “espacios”, que hoy en día forma parte integral e indivisible de ese mismo sistema que supuestamente adversa.

Tan mediática, que invisibiliza el clamor de libertad de los que ya, habiendo pasado por la “adolescencia”, y logramos alcanzar la madurez, seguimos aún sin encontrar ese “amor libertario” tantas veces prometido.

Al chantaje le han puesto un nombre. Uno muy difícil de resistir: “UNIDAD”. ¿Cómo no sucumbir y alinearse en torno a una causa que aparentemente es “tan justa”?.
Esto les ha permitido anular cualquier alternativa que nazca con iniciativa propia, porque eso representaría “destetar a la camada”.

Los “individuos” son un peligro, porque son capaces de valerse por sí mismos, pero sobre todo, porque también tendrían la capacidad de descarriar al rebaño.

Siempre habíamos hablado de esto, pero nunca tuvimos un mejor ejemplo para explicarlo, que el que hoy ocupa la mayor parte de la opinión pública: El Decreto Gramcko.

Independientemente de si estamos de acuerdo, o no, con la propuesta, ha quedado claro que ha resultado muy incómoda para la MUD.

Que se escuche una voz discordante a la propuesta de la “UNIDAD”, ha representado un problema para su máscara y otro mayor aún para su liderazgo.

Y es que resulta muy difícil de explicar por qué preferir una “ruta” dependiente de las decisiones de los poderes que se saben y se dicen secuestrados por la tiranía.
Que la propuesta del Doctor Aristeguieta Gramcko, que SOLAMENTE depende de la Asamblea Nacional, que es constitucional, y que además forma parte de la promesa electoral, de salir del dictador este mismo año; tenga que esforzarse para ser aceptada, es algo que no “cuadra”.

El mundo sigue sin entender cómo un parlamento, que ahora cuenta con una mayoría abrumadora, puede permitir que un usurpador con nacionalidad colombiana siga ejerciendo sus funciones. Sobre todo, que siga ocupando el cargo de Comandante en Jefe de nuestras Fuerzas Armadas, cuando esto representa un grave peligro para la nación, y Alta Traición a la Patria.
Mientras ese usurpador entrega, desfalca, deforesta y acaba con la fauna del país; destruye la economía, la empresa privada, y nos hambréa hasta el punto de tener que cruzar la frontera y convertirla en nuestro “supermercado” para poder sobrevivir; secuestra los medicamentos asesinando con esto a cientos de ciudadanos. Transforma el sistema democrático en un sistema comunal, y otorga cada vez más poder a los narcomilitares. Mientras todo eso pasa, “Mamá MUD” nos pide más tiempo, más sumisión, más conformidad, más pacifismo, más fiesta electoral, más votos, más UNIDAD… ¡más reconciliación con estos delincuentes!

Señores, lo que exige la nación es nuestra “madurez”: ya hemos perdido la República, la Patria y hasta la Dignidad Nacional. Rescatarla es nuestro deber y para eso, debemos asumir NUESTRA responsabilidad individual, soltar la mano de esa mala madre, adoptiva, impostora y cómplice, que lleva ya 18 años arrastrándonos al barranco que convirtió a Venezuela en el ejemplo mundial de LO QUE NO DEBE SER un país.

Queremos UNIÓN nacional, no UNIDAD electoral. Cuando las “sumas” producen “restas”, algo anda mal en el procedimiento…¡borremos!

Ya somos mayores de edad, ¿o no? ¡18 años es suficiente! pues entonces comencemos a demostrar que tenemos edad, saber y madurez. Que somos grandes para asumir las riendas de nuestros destinos y descartar de una vez y para siempre a esa incestuosa, destructiva, castrante y sobre todo, impostora mala madre que quiere que vivamos para ella, y no para nuestro propio ser.

Mónica Corrales M.
@monicacorrales

#SalvaTuVoto

viernes, 2 de septiembre de 2016

No, la Gran Toma de Caracas no fue un éxito

Para este jueves 1° de septiembre las expectativas eran colosales. Es de admitir que, pese a decepciones anteriores, se ensanchaban las ansias de libertad de cara a la que prometía ser la marcha opositora más multitudinaria de la historia contemporánea de Venezuela, denominada la Gran Toma de Caracas.

La ruta de la manifestación era clara: miles de venezolanos iban a acudir a Caracas para exigir la realización del referendo revocatorio antes de finalizar el 2016. Además, se señaló que a la 1:30 de la tarde la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) iba a anunciar cuáles iban a ser los próximos pasos de protesta en contra del régimen de Nicolás Maduro.

A pocas horas de la Toma de Caracas las expectativas y esperanzas aumentaban, era fácil caer en la ingenuidad ocasional. Imperaba la necesidad de que el 1° de septiembre se convirtiera en un día histórico, día en el que resurgiera la sociedad civil y se exigiera la libertad secuestrada. Hace un par de años, a principios de 2014 había iniciado un movimiento ciudadano sumamente poderoso que fue apaciguado. Este movimiento debía ser levantado y no debía detenerse.

Pasaron las primeras horas de este lunes y, debe reconocerse, las expectativas y esperanzas continuaban aumentando. El ambiente era alentador, a pesar de las usuales amenazas del régimen. Con el tiempo las primeras imágenes fueron revelando la magnitud del hecho histórico: miles de personas estaban inundando masivamente las calles de Caracas. Más tarde, a través de AFP la oposición confirmaría que al menos un millón de personas acudieron a las calles de la capital a expresar el contundente rechazo a Nicolás Maduro; ¡un millón!.
No obstante, la infantil ingenuidad fue demolida por la realidad de la situación. Al llegar el momento clave de la concentración, cuando el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús “Chúo” Torrealba, anunció las próximas acciones a tomar, se reveló que todo el evento se había convertido en una mordaz estafa.

El primer anuncio fue que la concentración había terminado, y que el siguiente paso era el toque de un «cacerolazo» (hacer sonido estruendoso con el golpeteo de ollas) en contra de Maduro. Luego, se anunció que dentro de siete días se realizará otra manifestación pacífica, y otras manifestaciones durante las semanas siguientes —imagino innecesario señalar lo absurdo de esto, además de que se reveló la estrategia al régimen.

Eso fue todo. La “histórica” concentración en Caracas se convirtió, inmediatamente, en lo que se temía: una presunción innecesaria sobre apoyo en las calles.

La Mesa de la Unidad, con la Gran Toma de Caracas, vuelve a cometer un terrible error al plantear un mediocre “itinerario” que evidencia una clara falta de perspectiva fatal.

Cientos de personas tuvieron que atravesar obstáculos criminales: horas de caminatas, requisas forzosas, robos. Indígenas emprendieron viajes de más de 12 horas desde Amazonas. Ciudadanos en silla de rueda; un sacerdote llevó a cabo una odisea admirable. Pero ahora, deben devolverse a sus casas a golpear sus ollas porque así lo dijo la MUD.

Esto es un golpe moral, una deslealtad a los pueblos indígenas que acudieron a la protesta, a los manifestantes que viajaron y padecieron.

No se exigió, en ningún momento, la realización del referendo revocatorio. Se pidió ser escuchado; se solicitó y se envió un mensaje; pero en ningún momento se exigió nada al régimen: ¡No hay que pedir al régimen escuchar, este debe acatar! Al no entender esto se destruye la soberanía ciudadana.

Durante las últimas semanas, el régimen ha demostrado ampliamente su carácter totalitario. Frente a eso no es permisible, de ninguna manera, una respuesta a los abusos que carezca de contundencia; en cambio, ahora la MUD juega al peligroso “desgaste del gobierno”, un juego inquisidor y considerablemente cruel con el ciudadano que a diario sufre los estragos de las equívocas políticas chavistas.

Desde hace más de cuatro años ese ha sido el juego a emplear. Jugar al “desgaste político del régimen”, a la paciencia, a la «política inteligente», es una decisión criminal con quienes sufren. Hace poco la MUD aseguró que, diariamente, mueren 28 niños de hambre. Aunado a esto, pacientes con cáncer u otras enfermedades esperan trágicamente por un tratamiento. La impunidad, la criminalidad y la falta de comida se convierte en un homicidio en cámara lenta en contra del venezolano. Sin embargo, la oposición oficial jugará al “desgaste”.

La verdad es que, en todos estos años, la verdadera fuerza política que se ha desgastado es la oposición. A pesar de que hoy representamos ampliamente a una mayoría y hemos alcanzado un importante triunfo electoral recientemente; y, a pesar de la cruenta crisis económica, política y social, Nicolás Maduro disfruta hablar libremente en la Avenida Bolívar de Caracas y aún goza de cierta estabilidad. Asimismo, es importante que hoy se reconozca, completamente, al ciudadano. Hoy son los héroes que fueron embaucados. Demostraron que aún existe una ciudadanía consciente; pero abandonada.

Por otra parte, continuar con el mediocre intento de demostrar que somos mayoría resulta innecesario. Impera la necesidad de entender con qué nos enfrentamos. A la dictadura, a estas alturas, no le importa carecer del espaldarazo popular. Es un régimen con carácter totalitario, actúan por la violencia y gracias a nuestra falta de poder —a pesar de que tenemos todas las herramientas para demostrar lo contrario.

Llevamos tres años, con sobradas ocasiones, en las que se demostró que somos mayoría, ¿cuántos más hacen falta? De querer demostrar una realidad, que es innecesario volver a confirmar, fácilmente se pudo haber acudido a encuestas.
Hoy, con la Toma de Caracas, se envió un mensaje claro pero innecesario. Innecesario, tanto para nosotros como para la comunidad internacional. Es evidente que el respaldo popular lo recibe la alternativa al chavismo, pero mientras no se tomen acciones contundentes, nadie intercederá por nosotros.
Asimismo, el gobierno también aprovechó la ocasión para enviar mensajes. Es notable cómo, pese a las múltiples amenazas y al extremo armamento bélico, sólo hubo pequeños vestigios de represión y una que otra escaramuza.
Durante el discurso de Nicolás Maduro, el presidente aprovechó la ocasión para felicitar al pueblo opositor y para reconocer la participación cívica. Ese fue el mensaje: en Venezuela hay oposición y puede, “libremente” —entre tácitas comillas—, ejercer la protesta.

Claro, denunciar todo esto conlleva el estigma desgastado de «radical» y «divisionista». En eso se convirtió la exigencia. Venezuela continúa llevando, como un peligroso estandarte, la necesidad del caudillismo. En este país no existe y no se permite la exigencia al liderazgo opositor, mucho menos la disidencia y la diferencia de opiniones. «A toda costa hay que defender al liderazgo oficial», por lo que es necesario decir que, en quien no haya, siquiera, cierto escepticismo en torno a la MUD, es inadmisible, ahora, cualquier crítica al fanatismo que la oposición suele encontrar en el chavismo.

La Gran Toma de Caracas ha terminado. Impera la necesidad de reflexionar sobre qué se logró hoy. Concretamente, qué victoria se obtuvo que no se hubiese demostrado anteriormente (el evidente mensaje de que somos mayoría).

Un ejercicio a realizar es ver las pancartas de los manifestantes. Ver qué exigía la sociedad civil y la razón de la decepción. Hay que recordar que, según se señaló, este 1° de septiembre salieron a las calles, al menos, un millón de personas y, pese a eso, no se logró ningún cambio político real.

Seguramente para descalificar cualquier comentario de esta tendencia se acuda a la estúpida afirmación de que uno está pidiendo sangre. Esto, ciertamente, demuestra una alarmante ignorancia histórica y una falta de perspectiva fatal. Se deben recordar eventos como la Revolución egipcia de 2011 —la protesta en la Plaza Tahrir—; más recientemente el ‘Euromaidán’ en Ucrania y, más cercano a nosotros, el espíritu del 23 de enero de 1958 en Venezuela.

Todas estas son evidencias de que, cuando el ciudadano se empodera, sobrepasa cualquier violencia criminal que provenga del Estado y es capaz de imponer las solicitudes cívicas. Es necesario relatar la verdad, salirse de la posición cómoda y ser capaz de romper con el establishment impuesto (cuando éste se equivoca). Hoy es necesario, a pesar de todo el dolor que admitir estas palabras acarrea, decir que la Gran Toma de Caracas no fue un éxito… Desearía, al final del día, ser el equivocado.

Orlando Avendaño