Hablo por lo que se y no por lo que me contaron: a Oscar Pérez lo conocí en algún momento entre los años 2007-2009. Fue uno de mis alumnos de Derecho Aeronáutico en el Centro de Instrucción Aeronáutica Helicópteros del Caribe, donde por cerca de diez años tuve el gusto de impartir esa materia a alumnos pilotos como "El Gato", como apodaban a Pérez en aquellos días. De el se decía que se gano el ingreso al CICPC por obra y gracia de su papa, comisario de ese cuerpo. Y que gracias a esa notable palanca, logro también que lo incluyeran en el grupo de funcionarios que recibirían el curso de piloto de helicópteros, a cuenta del Estado, quien pagaba la factura de los siete funcionarios que cursaron.
Uno normalmente recuerda a los buenos alumnos y a los malos alumnos. De Oscar Pérez me acuerdo, sin duda. Era uno de esos alumnos que intervenía y preguntaba y discutía. Ni más ni menos que eso. Una o dos veces más supe de él en sus andanzas de "comando" y todo aquello. Ni una opinión política, ni una genialidad sobre el país. No. Un hijo de papá que llego a policía igual que papá y que le pagaron el curso de piloto con dinero del Estado. Solo eso.
Cuando lo vi de protagonista de redes sociales dándoselas de modelo de moda masculina o de super comando, paseando a un perro elegantemente trajeado o disfrazando al perro de comando también, me dije: Bueno, lo perdimos si alguna vez lo tuvimos. Pero no di mayor importancia.
Hago esta incómoda y fatua introducción para poder explicar mi incredulidad, agnosticismo y escepticismo a propósito de las acciones de Oscar Pérez desde el día que salió montado en un helicóptero lanzando explosivos sobre ciertos puntos de Caracas. Me pareció, desde todo punto de vista, una acción desesperada, ridícula y fuera de lugar que una persona con un recurso tan valioso como una aeronave, hiciera una ridiculez y no una acción policial real, porque se supone que el señor es policía. Sencillamente, me decepcionó su accionar.
La pantalleria posterior confirma mis sospechas: pura paja. El tipo quiere ser youtuber o instagramer o quien sabe qué. Pero allí no hay sustancia, ni proyecto de país. Hay improvisación y con improvisaciones no puede salirse de un régimen maligno, de una corporación criminal como la que tenemos sojuzgando al país. Con photoshop y videos virales no se acabó con Pablo Escobar. Eso, que quede claro.
Nada personal contra "El Gato".
II
"Resistencia
Del lat. tardío resistentia.
1. f. Acción y efecto de resistir o resistirse.
2. F. Capacidad para resistir.
3. f. Conjunto de las personas que, generalmente de forma clandestina, se oponen con distintos métodos a los invasores de un territorio o a una dictadura." (Negrillas mias).
El diccionario a veces ayuda. Resistir es hacer Resistencia. La Resistencia es la capacidad para resistir. Y además, cuando se hace Resistencia contra los invasores o los dictadores, se hace en conjunto, de forma clandestina y con distintos métodos.
Revisemos entonces a todos los que desde hace meses se estan haciendo llamar Resistencia.
¿Tienen capacidad para resistir?
¿Crear una cuenta en twitter que diga "Soy Resistencia" con una bandera volteada, es resistir?
¿Aplaudir a cuanto personaje salga diciéndose Resistencia, es resistir?
¿Negarse a la autocrítica en las acciones supuestamente de la "Resistencia" es resistir?
¿Invocar la constitución de la dictadura castrochavista en su articulo 350, es resistir contra los invasores y los dictadores?
Yo creo que no. Y criticar eso no me hace ni ficha del régimen ni defensor de la Falsa Oposición agrupada alrededor de la MUD. Eso me hace promotor, y lo digo sin ambición de liderazgo ni auto alabanzas, de la creación de una Oposición real, auténtica y consustanciada con lo que el país requiere para levantarse. Sí se necesita Resistencia. Sí se necesita un nuevo liderazgo político. Sí se necesitan brazos armados. Pero eso no es lo que se está haciendo.
¿Qué sentido tiene, en una acción de Resistencia real, decirle al opresor lo que se está haciendo? Ese es el primer problema a resolver en cualquier análisis de las acciones de Oscar Pérez. Si la acción es de Resistencia real, debe ser clandestina, que le cause problemas a la dictadura, que engañe, que le de trabajo. Las acciones de Oscar y su combo televisivo le permiten al régimen mucho más de lo que le daña. ¿Por qué? Porque el régimen no tiene que investigar quien fue, ya se lo dijeron. Porque el régimen no tiene que recopilar pistas ni huellas ni movilizar recursos para saber qué pasó y quien lo hizo, ya los autores se lo dijeron. Y lo más importante y grave del asunto: al publicar los videos, se dan el lujo de permitirle al régimen que los rastree a ellos, a quienes le ayudaron a montar el video, a conocer su ubicación y la de sus aliados y expone al peligro a todo aquel que de buena fe este intentando resistir vía Youtube.
¿Tiene sentido eso? No. Es una temeridad. Una irresponsabilidad.
Y más feo aun es que haya cincuenta grupitos distintos por el mundo diciéndose "Resistencia". Pidiendo real para viajar y para mantenerse, porque muchos de ellos han sido unos redomados vagos toda la vida y no hacen más que vivir del cuento. Y de paso, del cuento ajeno. Cada vez que sale un video de Oscar Pérez, van a pedir real diciendo que le están echando bolas. Se inventan acciones y posiciones, viajes a reunirse aquí y allá. Y consiguen quien les de dinero. Cosas de la ingenuidad.
Para algunos, entonces, la Resistencia resultó ser un buen negocio también. Que expliquen ciertos "resistentes" de viaje por el mundo, a cambio de qué les dan dinero para "resistir" en el extranjero sin hacer nada útil por el restablecimiento de la República.
Que expliquen ellos. Les toca.
III
¿Y entonces qué hacemos? En principio, organizarnos de verdad, en orden. Los caballos delante de la carreta.
No puede lanzarse una acción de fuerza, sea cual sea, para desde esa acción armar un movimiento. Eso es simple "putshismo". Una venezolanada. Eudomar Santos, "como vaya viniendo, vamos viendo". Usted no sale a tomar un cuartel y robarse unas armas para después "ver que hace" con ellas. Usted no sale a tumbar un gobierno para después de derrocado inventarse un país. No. Primero lo primero.
Lo primero es constituir un vasto movimiento político opositor, auténticamente opositor. De ese movimiento, acerado, unido en propósitos, descontaminado de apetencias, consustanciado con la comprensión de la inexistencia de salida electoral en una Venezuela rehén de una corporación criminal, deben surgir las reflexiones sobre el país a construir y las medidas a tomar, a corto, mediano y largo plazo, para restablecer la República, la Libertad y la Democracia en Venezuela.
Es ese movimiento político, civil y cívico, quien debe establecer las medidas de fuerza a tomar. Cómo hacerlas, con quién, de qué manera, con qué métodos y, muy importante, en qué momento. Ese movimiento debe fundamentalmente ganarse el prestigio que le sume apoyos externos, y también internos. Y debe, además, estar por encima de cualquier fuerza militar que actúe en función de los objetivos, porque el desviacionismo militar daría al traste cualquier iniciativa. Y finalmente, debe entender que las luchas por la libertad prescinden del cortoplacismo, del aventurerismo y del voluntarismo pantallero, de esa novelesca intención permanente de irse a tomar la foto, a dar el discurso en la plaza o montar el video en las redes para ganar protagonismo.
No estoy inventando nada: estoy simplemente adaptando a nuestro momento y realidad lo hecho por los movimientos de la resistencia francesa, italiana, checoeslovaca, polaca y yugoeslava contra los Nazis. Estoy adaptando a los tiempos lo que se hizo en Venezuela contra Pérez Jiménez. Lo que se ha hecho en todos los países que han pasado por tragedias como la nuestra, cuando se construyen soluciones.
El basamento principal: Ninguna democracia se ha instaurado en ningún país rehén de tiranos, sin apoyo internacional y sin un movimiento opositor en el exilio, trabajando conjuntamente con cuadros internos en función de los objetivos. No podemos dejar de ver esa realidad.
Resistir es mucho más que pantalla, video viral y hashtag. La primera Resistencia es contra la falsa Resistencia. Después, viene la disyuntiva a la que deberá someterse todo ciudadano venezolano de bien: O resistes o te entregas.
Desde Jerusalem, Israel, a pocos días de la navidad de 2017, les digo: Yo no me entrego. Me toca resistir. No tengo otra opción.
Daniel Lara Farías
Editor de La Cabilla. Internacionalista de formación y comunicador por vocación.
Daniel Lara Farías
Editor de La Cabilla. Internacionalista de formación y comunicador por vocación.