En entrevista con DW, Evan Ellis, profesor del Instituto de Estudios Estratégicos del Army War College de Estados Unidos, atribuye el fracaso de las mediaciones en la crisis venezolana al carácter excepcional de la misma
Marchas antigubernamentales en Caracas; en primer plano, agentes de la Guardia Nacional Bolivariana. |
Consultados previamente por DW sobre el rol que Estados Unidos podría jugar en la defensa de la institucionalidad democrática en Venezuela, analistas como Detlef Nolte, director del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos, y Peter Birle, director de investigación del Instituto Iberoamericano (IAI) de Berlín, enfatizaron que las iniciativas para reinstaurar el Estado de derecho en ese país deben provenir de los Gobiernos latinoamericanos y caribeños.
En Movilización y bloqueo del sistema, su análisis más reciente para la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín, la investigadora Claudia Zilla sostiene que los vecinos de Venezuela –sobre todo los sudamericanos– deberían presionar al Gobierno de Nicolás Maduro para que acepte la ayuda humanitaria que la población necesita y permita la celebración de elecciones con observadores internacionales imparciales; medidas en las que la Unión Europea podría cooperar.
Pero en La resiliencia del autoritarismo venezolano, un artículo publicado en marzo por el Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), el catedrático de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá Víctor Mijares alega que los homólogos de Maduro no pueden hacer mucho para conseguir que el estamento chavista deje de actuar como un "régimen exótico”, cuyos valores y proyectos políticos contrastan con la tendencia democrática prevalente en el continente.
Ahora, en entrevista con DW, Evan Ellis respalda la tesis de Mijares, atribuyendo el fracaso de las mediaciones externas en la crisis político-institucional de Venezuela al carácter excepcional de la misma. "Lo que está pasando en Venezuela no tiene precedentes en la economía global moderna”, asegura Ellis, profesor del Instituto de Estudios Estratégicos (SSI) del Army War College de Estados Unidos, especializado en la investigación del acontecer latinoamericano.
Deutsche Welle: No es fácil describir la política para Venezuela del mandatario estadounidense; a veces luce intempestiva, pero, por lo general es mesurada. ¿Cómo la percibe usted, señor Ellis?
Evan Ellis: De cara a Venezuela, el presidente Donald Trump no ha asumido ni una línea blanda ni una línea dura, porque su política para Latinoamérica y el Caribe aún está siendo delineada; él todavía no ha nombrado a un nuevo subsecretario de Defensa adjunto para el Hemisferio Occidental que lo represente directamente en estas lides ni tampoco a un nuevo subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental responsable de diseñar políticas.
Sin embargo, Trump ha dejado entrever que no está dispuesto a tolerar desmanes como los que se están perpetrando en Venezuela bajo el mandato de Maduro. Yo diría que así como se malinterpretó a Trump cuando dijo que sería un honor para él conocer personalmente al líder norcoreano Kim Jong-un en Pyongyang, Maduro se equivocaría si tomara la buena fe, la precaución o la mesura de Trump como indicios de que Washington no es capaz de actuar.
No olvidemos que Trump pidió la liberación de los presos políticos venezolanos antes de cumplir un mes en la presidencia. En ese sentido, creo interesante destacar que el senador Marco Rubio y otros políticos que han asesorado a Trump en lo que concierne a América Latina y el Caribe fueron considerados sus rivales durante las elecciones primarias del Partido Republicano. Eso apunta a que Trump está dispuesto a aceptar consejos y recomendaciones de fuentes muy diversas.
Analistas sostienen que las mediaciones diplomáticas en la crisis venezolana deben ser orquestadas por los Gobiernos al sur del Río Bravo, no por Estados Unidos. ¿Qué cabe esperar de los latinoamericanos?
Washington está consciente de que cualquier intento suyo de intervenir en la cuestión venezolana sólo fortalecería al Ejecutivo de Maduro. Pero aparte de eso, aunque confío en que Estados Unidos y los países latinoamericanos seguirán tomando medidas contundentes en esta materia, yo dudo que alguno de ellos tenga influencia suficiente para resolver la crisis. Los aliados del chavismo en la región vetarán las mociones de la OEA y tanto Rusia como China vetarán las de la ONU.
Es posible que veamos surgir grupos de países bienintencionados, ‘Amigos de Venezuela' con limitada capacidad para generar cambios; pero lo más seguro es que la coordinación regional termine concentrándose en eso que llaman ‘administración de secuelas'. Por ejemplo, atendiendo a las decenas de miles de refugiados venezolanos que migrarán hacia Colombia, Brasil, República Dominicana y Trinidad y Tobago, huyendo de los abusos y las estrecheces vividas en su país.
Lo que ocurre en Venezuela no es una cuestión de política o de relaciones internacionales, sino un golpe del crimen organizado de gran escala: un grupo de criminales ha tomado control del Estado y asaltado su tesorería. El problema de fondo es que no existe un mecanismo jurídico internacional ni un modelo de cooperación regional que permita rescatar a un Estado en esas circunstancias sin violar su soberanía. De momento no hay cómo liberar a Venezuela, a su gente y a sus recursos de quienes los secuestran a punta de pistola.
Evan Romero-Castillo