domingo, 28 de junio de 2015

Lo que me pasó en el Hotel Crillon, territorio cubano en plena Caracas

Este jueves 17 de junio 2015 me pasó algo que ya yo sabía que estaba pasando pero que me golpeó de manera grosera y torpe. Hablo de la abierta invasión cubana en Venezuela.

Vivo al frente del hotel Crillon, ubicado en Plaza Venezuela, y esperaba que pasara un carrito para ir al teatro (porque como muchos venezolanos la posibilidad de comprarme un carro ha sido una infructuosa odisea). Como necesitaba hacer unas llamadas urgentes, entré a dicho hotel para evitar que me arrancaran el teléfono (como ya me ha pasado en otras ocasiones). Entonces me salió una joven cubana preguntándome que hacía yo ahí y me dijo que me tenía que salir del hotel porque ahí vivían puros cubanos.

¿QUÉ, QUÉ? Le contesté yo, y proseguí (intentando imitar su acento): óyeme tú, este es el lobby de un hotel de Caracas, es decir, es un espacio al cual yo, como VENEZOLANA que soy, tengo todo el derecho a acceder, así que te aguantas, porque voy a hacer todas las llamadas que necesite hacer aquí porque no voy a permitir que me roben por enésima vez mi celular y me voy a retirar de este sitio cuando a mi me dé la gana. La mujer se fue y después salieron como 10 cubanos quienes me veían como si yo fuera la súper agente secreta de la CIA.

Total que hice las tres llamadas que me urgían, paseándome por la entrada adrede y cuando llegó el carrito por puesto, tranquila me retiré.

Pero la verdad es que no estoy nada tranquila. Esta triste anécdota me sirvió para conectarme una vez más con mi indignación, con mi enojo, o dicho más sincero, con mi ARRECHERA.

Yo ya había observado desmanes en ciudadanos cubanos residenciados aquí, actitudes carentes de respeto, atrevimientos insólitos en un ciudadano o ciudadana que está en un país que no es el suyo (algo así como si una persona entra a una casa ajena y comienza regañar y a mandar a los propios dueños de la casa).

El hecho de que estos ciudadanos foráneos se atrevan a comportarse así, no solo me indican lo abusadores e irrespetuosos que son y lo apoyados que se sienten, sino la muy baja autoestima que tenemos los venezolanos al permitir que un extranjero nos irrespete de esa manera en nuestra propia tierra.

La apatía y la tolerancia a estas cosas es peor y más peligrosa que la falta del otro.

Llega un momento, que por amor propio, por justicia, por lo bien y lo correcto hay que decir: ¡No, no permito esto! y ACTUAR en consecuencia. Yo estoy decidida a hacerlo.


Actriz y productora de teatro, televisión y cine

Verónica Cortez

Analítica.com