El colectivo Escudo de la Revolución se instaló en el edificio Manfredir el 2 de diciembre de 2013. Este grupo retomó el orden y el control, aseguran los ocupantes de la torre empresarial del conjunto que por años estuvo abandonada, fue usada como refugio y también fue invadida. El colectivo desplazó a una banda delictiva que tenía el control del inmueble y que era conocida como Los Guaros, dedicada a la venta de drogas.
“Ahora resulta que los integrantes del Escudo de la Revolución eran delincuentes para el gobierno. Eso es falso. Para nosotros en el edificio no lo eran. Aquí nos resguardaban y ayudaban. Lo que hacían de la puerta para afuera, no lo sabemos. Pero estamos seguros de que no eran malas personas”. Por la seguridad, por sacar la basura y realizar fiestas para los niños, cada familia pagaba 400 bolívares al colectivo, dijo una de las voceras de las familias.
Ayer, una multitud se congregó ayer en la entrada de la torre, ahora custodiada por unos funcionarios de la PNB con equipo antimotín. 24 horas después del procedimiento policial que realizaron funcionarios del Cicpc, los ocupantes del edificio protestaron en la Defensoría del Pueblo por el atropello que sufrieron durante la doble incursión de los funcionarios del Cicpc, en la que cinco integrantes de los colectivos fueron ultimados, en algunos casos frente a niños, y en la que también destrozaron enseres y aseguran les robaron dinero.
Al lugar se trasladó el fiscal auxiliar 31 nacional Humberto Ordaz para tomar testimonios de lo que ocurrió a partir del momento que en que una comisión del Eje de Homicidios del Cicpc El Paraíso allanó la torre como parte de una pesquisa por la muerte de una mujer, antes del amanecer, y mató al líder del colectivo Escudo de la Revolución, Carmelo Chávez. El Ministerio Público reforzó el equipo de investigación y designó un fiscal con Protección en Derechos Fundamentales.
La versión policial indica que unas seis horas después los detectives de la División de Capturas, del Cicpc, Hender Hernández y Carlos Moncayo, que se desplazaban en una patrulla frente al edificio Manfredir fueron interceptados por un grupo de sujetos que los bajó de la unidad, los tomó como rehenes y los obligó a entrar a ese inmueble. El detective Frank González, de la División Contra Homicidios, también fue tomado como rehén por unas tres horas.
Pero el relato de los residentes de la torre de oficinas es diferente. Todas las personas consultadas, además de negar que los líderes de los colectivos se hayan enfrentado con los funcionarios del Cicpc, denunciaron que la policía judicial alteró las evidencias de interés criminalístico.
“El Cicpc limpió la escena del crimen en la que fue asesinado Carmelo Chávez. A él lo mataron mientras dormía en el búnker. Luego lavaron la sangre y alteraron todo. También se llevaron los registros de las cámaras de seguridad y cortaron los cables de los monitores”, precisó uno de los ocupantes del edificio, que dio acceso a la prensa a la oficina del colectivo Escudo de la Revolución, que está ubicada en el sótano del edificio.
El centro de operaciones de ese colectivo es conocido como “el bunker”. Hasta ayer todo estaba revuelto, había rastros de sangre junto a una caja fuerte. No había casquillos de balas, que, de acuerdo con la denuncia que hizo José Odreman antes de ser ultimado, habrían sido retiradas por los funcionarios. Allí también había motos, neveras, colchones, algunas prendas de vestir masculinas y un televisor con las imágenes de las cámaras de seguridad. También había cajas con juguetes, que, presumen los vecinos, serían entregados a los niños.
En la segunda incursión de los cuerpos de seguridad, cuando uno de policías estaba retenido, murieron los otros cuatro hombres. Migdalia Bernal, madre de Maikel Contreras, explicó que cuando fueron ultimados estaban en el piso 5: “Cuando llegó el grupo BAE los llevaron al piso 5 y allí los mataron”.
Vecinos aseguran, sin embargo, que a Jesús Rodríguez lo mataron en el piso 8 delante de su hija de 4 años de edad. “Lo arrastraron por los pies para llevárselo. Por eso se ve toda la sangre regada por el edificio”.
Los familiares de los fallecidos, que declararon en la morgue de Bello Monte, coincidieron en señalar que todos los cadáveres estaban desprovistos de ropa, no tenían documentos de identidad ni ninguna pertenencia. “Los robaron”, dijo uno de los parientes.
Fuente: El Nacional
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