Era una de las que defendía y defendía a Venezuela y el régimen, pero se puso tan difícil la situación en mi país que uno siente que pierde la vida”. Sofía Hernández (36), una docente de educación preescolar y especial venezolana, sabe que su afirmación es tan dura que puede sonar exagerada, así que de inmediato aclara: “No dramatizo”.
Cuenta que sufrió en carne propia lo que informan los medios. Vivió la escasez de comida, la falta de objetos esenciales como el papel higiénico y la carencia de medicamentos. “Las compras se hacen con la cédula, por ejemplo, la mía termina en seis y me toca comprar los jueves. Solo ese día puedo ir al supermercado. Hay filas eternas, imagínate a las personas mayores haciendo una cola de 300 personas”, relata.
Dice que la inseguridad se volvió “terrible”, que ir a la playa es imposible porque los coches son interceptados en la ruta y que ella misma fue víctima de un secuestro.
Ese fue el quiebre, el momento justo en el que sintió que el futuro estaba afuera de fronteras. Así que hace algunos meses emigró a Londres, gracias a su pasaporte europeo, para estudiar inglés. Ahora está terminando el curso y como Europa no le gusta para vivir y no quiere volver a Venezuela, iniciará los trámites para radicarse en Uruguay.
Como ella, son cada vez más los venezolanos que migran para tener sus necesidades básicas cubiertas, vislumbrar oportunidades de crecimiento y una vida que no corra peligro ante tanta inseguridad.
Uruguay se transformó en uno de los destinos elegidos por los venezolanos que huyen de su país. Destacan la cercanía pero también la estabilidad política y económica.
“Estaría cerca de mi familia y si bien solo conozco Colonia del Sacramento, siento afinidad por el país. No sé detalles de su realidad política pero sí se que es muy distinta a la de Venezuela,” explica Hernández.
Según datos del Ministerio de Relaciones Exteriores, en seis meses (septiembre 2014 al 13 de febrero de 2015) fueron 355 los venezolanos que solicitaron residencia permanente en Uruguay, unos 60 por mes. Venezuela es el cuarto país, después de Argentina (1.789) y Brasil ( 465), que históricamente lideraron el ranking, y de Perú (417), que también registra un fuerte crecimiento de pedidos de residencia en el período.
En los últimos años, según datos de la Dirección Nacional de Migraciones, se radicaban en Uruguay un promedio de 36 venezolanos cada año, es decir que la cifra explotó en los últimos seis meses.
En 2014, el país de la abundancia petrolera, también estuvo adentro de las naciones de las que retornaron más uruguayos, después de España, Estados Unidos y Argentina, según el informe anual de retornados de la Cancillería.
“Decidí volver porque las cosas se pusieron más complicadas que cuando me fui de Uruguay, en plena crisis de 2002. No es que falte trabajo sino que la escasez y la inseguridad son insostenibles”, explica Diego, un bailarín que regresó a Uruguay el año pasado.
En el Consulado uruguayo en Venezuela se negaron a hacer declaraciones a El País pero reconocieron que tienen decenas de consultas tanto de venezolanos que quieren instalarse en Uruguay como de uruguayos que desean volver.
Cada vez son más.
De septiembre de 2014, cuando comenzó a regir la ley de Migración que le otorga la residencia permanente a todos aquellos ciudadanos de los países del Mercosur con la única exigencia de acreditar dicha nacionalidad, al 13 de febrero de este año, Uruguay concedió 1.137 residencias y tiene en trámite 2.082 solicitudes. Para los próximos cinco meses, además, hay 2.815 personas agendadas.
Solo 64 pedidos fueron cancelados lo que, según el área de Residencias del Ministerio de Relaciones Exteriores, demuestra “un interés genuino” de los solicitantes.
La mayoría de los que piden residir en Uruguay tienen entre 20 y 50 años. Además, hay más personas en edad de retiro que menores de edad. Con respecto al sexo de los interesados en radicarse en Uruguay, hay paridad entre hombres (1.700 solicitudes) y mujeres (1.585 solicitudes).
Si bien el marco normativo no exige la presentación de comprobantes de medios de vida para otorgar o denegar residencias permanentes, el dato se pide con fines estadísticos. La mayoría (524) tienen educación media u oficio, 396 cuenta con educación terciaria o técnica superior, 75 son jubilados, 149 estudiantes y solo 28 se definieron como desempleados.
Según Cancillería, el 86% de las solicitudes de residencia permanente corresponden a personas en edad económicamente activa y factible de incorporarse al mercado laboral uruguayo lo cual es visto como positivo por las autoridades.
La fuga.
Se calcula que hay más de un millón de venezolanos que están en el exterior. La cifra es extraoficial, construida a partir de los censos de otros países y de organismos multilaterales porque el gobierno venezolano no publica los datos migratorios desde el año 2000.
Solo en Estados Unidos viven 250.000 venezolanos, según el último censo del país. Más del 40% de ellos trabaja en áreas de negocios, ciencias, administración de empresas y artes. Un estudio del Pew Research Center asegura que los venezolanos son los más educados entre los hispanos.
Todos los ciudadanos del país caribeño consultados por El País dicen tener familiares, amigos o conocidos que abandonaron Venezuela en los últimos años. Tampoco faltan los que tienen intenciones de hacerlo.
Celeste Montes de Oca (24) y Kevin López (25), una pareja de abogados que llegó a Uruguay el 11 de enero después de aterrizar en Buenos Aires y cruzar el Río de la Plata en barco, contaron que tienen conocidos que se fueron a España, un país en el que se vuelve difícil conseguir los papeles para establecerse. Por eso, ellos analizaron los países de América Latina para decidir dónde estaría su futuro.
“Los altos índices de natalidad y los bajos de homicidio”, sostiene Kevin, fueron determinantes para elegir Uruguay. “En un fin de semana en Caracas matan a la misma cantidad que aquí en todo el año”, agrega.
Los venezolanos ven hoy su futuro lejos del petróleo, la revolución y los certámenes de misses. Y el mundo, incluido Uruguay, les abre la puerta.
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La Patilla