Nicolás Maduro tiene al Gobierno español, y especialmente a su presidente, Mariano Rajoy, como uno de los recursos favoritos a los que acudir cuando se trata de tapar los problemas internos. Lo ha vuelto a poner de relieve en los últimos días, al reaccionar con palabras muy duras a la reunión de Rajoy con Lilian Tintori, la esposa del opositor encarcelado Leopoldo López, y llamar a consultas a su embajador en Madrid.
Acuciado por las dificultades económicas en que se encuentra el país, agravadas por la caída del precio del petróleo, la opción de recurrir a supuestos enemigos exteriores es muy tentadora para un presidente que se ha esforzado muy poco por mantener una buena relación con España.
Si los conflictos con España no faltaron en la época de Hugo Chávez –recuérdese el «Por qué no te callas» del Rey Juan Carlos I, en 2007, en Chile–, con la llegada de Maduro se han hecho más frecuentes.
El primer encontronazo con el Ejecutivo de Rajoy se produjo cuando, tras las elecciones de abril de 2013, unas declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, pidiendo tiempo para ver quién había resultado vencedor, si Maduro o el opositor Henrique Capriles, fueron interpretadas como una petición de recuento de votos. Maduro llamó a consultas a su embajador en Madrid y anunció «medidas ejemplares» diplomáticas, políticas y económicas. Una aclaración por parte de García-Margallo hizo que las aguas volvieran a su cauce e, incluso, que, en junio, el ministro venezolano de Relaciones Exteriores, Elías Jaua, viajara a España y se reuniera con su colega español.
Sin embargo, en verano, Maduro volvió al ataque y aprovechó el incidente del sobrevuelo del avión de Evo Morales por España, para acusar a Rajoy de «infame» por pretender revisar la aeronave para saber si llevaba o no a Edward Snowden.
En ese clima, las relaciones políticas entre los dos países han permanecido bajo mínimos, con un Gobierno español tratando de evitar entrar, entonces y ahora, en una escalada de reacciones y acusaciones, entre otras cosas para no perjudicar a las empresas españolas que aún mantienen inversiones en Venezuela, como es el caso de Repsol.
Desde Twitter
El incidente más reciente confirma la táctica del presidente venezolano de cargar contra las autoridades españolas en cuanto descubre unas declaraciones que no son de su agrado y que, de inmediato, califica de «injerencionistas». Al propio tiempo, descarga una bateria de descalificaciones hacia el Gobierno de Mariano Rajoy, al que no ha dudado en acusar de «reprimir al pueblo catalán y al pueblo vasco».
Las diatribas de Maduro no se han limitado a esas declaraciones, sino que se han extendido a las redes sociales. Según cuenta Europa Press, en los últimos días, desde su cuenta oficial en Twitter, el presidente venezolano se hace eco de críticas de terceros al Ejecutivo de Rajoy, al que se llega a calificar de «fascista» o incluye una foto del jefe del Ejecutivo con José María Aznar, en la que se lee: «Aznar y Rajoy: dos gobiernos, un apoyo al golpismo en Venezuela». En uno de los tuit más recientes, habla de la corrupción en el PP y menciona a la gente que «busca comida en la basura».
Fuente: LUIS AYLLÓN/ ABC
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