Ya para finales del año pasado, el piso del tablero internacional empezaba a moverse con fuerza para el debilitado gobierno de Nicolás Maduro. Su mayor aliado político y principal receptor de nuestra beneficencia petrolera, Cuba, dejó atrás más de 50 años de pugna con los Estados Unidos y llegó a un acuerdo pragmático que comienza con el levantamiento del bloqueo en lo económico, pero que marca también el inicio formal de la transición política hacia la democracia. Frente a esto, un sorprendido Maduro no pudo sino celebrar la “victoria” de Cuba y reconocer la “valentía” de Obama. Pero todos sabemos de que se trata esto: es el fin de un modelo político-económico que se extingue con la ancianidad de los Castro y con la merma del subsidio venezolano. ¡En Cuba el show no continuará!
Luego de ello, Maduro salió en una gira mendicante por China y los países OPEP del Medio Oriente que incluyó su capítulo de vacación familiar navideña. En China no obtuvo un préstamo sino algunas promesas de nuevas inversiones controladas por ellos mismos, pues no confían en la honestidad del gobierno venezolano, y en el medio oriente no encontró receptividad –salvo en Irán- a su planteamiento de reducir oferta para hacer aumentar los precios del petróleo. Es decir, se vino con las tablas en la cabeza.
Con estos dos duros reveses geopolíticos a cuestas, el averiado barco de la revolución con Maduro en el timón empieza ahora a recibir otros torpedos desde diversos sitios de altamar, que complican aún más su situación (todo ello sin referirnos al motín de una parte de la tripulación y la creciente tensión que se vive entre los pasajeros dentro del barco). En este sentido, por un lado, los ex presidentes demócratas del continente parecen estar decididos a alzar su voz y salir en defensa de las libertades mínimas que deben existir en cualquier país; y por el otro, estallan diversos escándalos de corrupción y narcotráfico que involucran a cabezas muy poderosas y visibles del régimen.
En cuanto a lo primero, quien esto escribe tuvo la oportunidad de asistir al reciente foro celebrado en Caracas con tres ex presidentes latinoamericanos, organizado por María Corina Machado, David Smolansky y Antonio Ledezma. En él, los antiguos mandatarios dejaron mensajes muy claros, que van desde el optimismo que debemos mantener en esta etapa de la lucha, hasta poner las cosas en su sitio respecto a quien es quien con relación al narcotráfico. A grosso modo, resumiría la posición de los tres con estas frases de sus discursos: 1) Pastrana llamó “paisano” a Maduro y le recordó que él fue un secuestrado de Pablo Escobar Gaviria, por lo que vincularlo al narcotráfico es simplemente ridículo, y además destacó que Maduro es un aliado de Ernesto Samper, de quien dijo haber sido el vehículo usado por el narcotráfico para comprar la presidencia de Colombia en su momento; 2) Calderón expresó textualmente: “vine a solidarizarme no sólo con la oposición, sino con todo el pueblo de Venezuela que pasa hambre, hace largas colas para adquirir bienes, encuentra todo cada vez más caro, padece la delincuencia y sufre”; y Piñera sostuvo con mucha fuerza que “la defensa de la democracia no tiene fronteras… A la idea de hacer posible una Venezuela enteramente libre, le ha llegado su hora”. Vale la pena destacar que todos los ex presidentes coincidieron en señalar que “la no violencia activa” es el camino que debe seguir la lucha para recuperar la libertad en Venezuela.
Y en cuanto al segundo elemento, el mismo lunes 26 de enero explotaron dos bombazos noticiosos internacionales: por un lado, el ex embajador panameño Willy Cochez señaló que Aristóbulo Isturiz tiene una cuenta en Suiza que asciende a casi 10 millones de dólares; y por el otro, mucho más grave y delicado, el ex subsecretario de Estado de USA, Roger Noriega, asegura que a ese país habría llegado un oficial venezolano que formó parte de la seguridad del mismísimo Chávez, y quien tendría pruebas de que Diosdado Cabello sería el Jefe del llamado “cartel de los soles”, pieza fundamental del narcotráfico internacional. Este oficial, según la prensa, sería un testigo protegido por la DEA en una causa que sigue la Fiscalía Federal norteamericana.
Hay que recordar que hace poco USA revocó visas a varios altos jerarcas de la revolución por violación a Derechos Humanos y vínculos con el narcotráfico, así como que también el año pasado el General Carvajal fue retenido en Aruba por las mismas razones, aunque luego la petrochequera venezolana lo salvara de la extradición. Paralelamente, no hay que olvidar que en la Haya y la ONU hay varios procesos y hasta decisiones sobre Venezuela relativos a los DDHH, uno de ellos sobre la ilegítima prisión de Leopoldo López.
En conclusión, si yo fuera el Vicepresidente Jorge Arreaza no estaría de fanfarrón ofreciendo celdas a los demócratas que nos atrevemos a protestar, sino que estaría muy preocupado por las celdas que le esperan a muchos jefes rojos rojitos, bien sea en USA por narcotráfico, o en la Haya por violadores de DDHH. Tal vez al propio Jorgito le espere una. ¿Quién sabe?
Cipriano Heredia