Si siempre he sido políticamente opositor, y en los mismos términos, todo un iconoclasta incorregible: me niego y rechazo todo modelo, normas y leyes de autoridad injusta o inaceptable para y por el sentido común. Reacciono muy mal ante la injusticia y el abuso de autoridad. Es por lo que desde siempre me he declarado antichavista. ¿Cómo habría de apoyar un golpe de Estado, cualesquiera que hayan sido las razones argumentadas para llegar a esa barbaridad? Por eso tampoco soy un conspirador, porque no me uno, ni he formado, ni formo parte de conciliábulos, ni aquelarres con nadie para tumbar gobiernos, por malos que éstos sean.
En consecuencia, por simple analogía, soy amante de la democracia, demócrata por convicción, y esto implica justicia en todos los campos concebibles, precisamente lo que la politiquería no es. Política es otra cosa, política es, concretamente: el ejercicio del bien común, un idealismo quimérico que al humano, en toda la historia antropológica, le ha sido cuesta arriba comprender y ejercitar.
Los pueblos que han logrado ejercer algo parecido a la política sana son los que han llegado a conformar naciones civilizadas y desarrolladas, unas más que otras, pero cuyos denominadores comunes que las identifica han sido y son: justicia; no perfecta pero perfectible; y el ejercicio del respeto de los derechos humanos fundamentales; con sus consabidos defectos, pero igualmente perfectibles. Todo lo demás, viene cómo y por añadidura.
Un hombre político del siglo XX, aunque como buen ser humano, imperfecto, como John F. Kennedy, dijo en pocas palabras la fórmula más cercana a la correcta para el ejercicio de la política, tanto para políticos como para ciudadanos: “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país”. Tal vez por esa forma de pensar y hacer política, lo asesinaron.
Todo lo anterior, es imprescindible para sustentar este mensaje que, como ciudadano común que soy -y seguiré siendo hasta el final de mis días- en mis plenos derechos ciudadanos a opinar, dedico este artículo, esta vez no para criticar al gobierno que en más de quince años por este mismo rotativo lo he hecho, sino a la MUD. Porque si de criticar, como en efecto se ha tratado mi ejercicio de comunicador social (como hombre ligado a la televisión desde que tengo 16 años soy comunicador social), en mi último programa en TVGuayana (Estudio Médico), no perdía el tiempo en calificar de crápulas a adecos y copeyanos por politiqueros, responsables del comienzo de la ruina de MI (mayúsculas ex profeso) país. No me arrepiento de nada. Hoy menos que nunca.
Señores de la MUD: para recuperar a Venezuela de la más espantosa e incomprensible ruina a que ha estado siendo sometida por este combo de incapaces en los 16 años en los que han hecho de todo para arruinarla, como en efecto lo lograron, primero: hay que salir de esta calamidad llamada revolución; y no conspirando, porque eso sería un tremendo error político que terminaría de hundir al país en el desastre. Los costos serían incalculables.
Pero deben comprender, de una vez por todas, que en Venezuela hay gente pensante, y por eso mismo, nos da asco que en todo este tiempo ni la extinta Coordinadora Democrática (CD), ni ustedes hayan entendido que, quienes nos hemos declarado siempre antichavistas, y los que en el tiempo, decepcionados se nos han unido, no es meramente porque no nos gustaba su extinto mentor, ni sus formas de alcanzar el poder, tampoco de su modo de ejercer politiquería comunista; sino porque, además también, e igualmente sentimos repugnancia por la politiquería que ejerció el bipartidismo adeco-copeyano de antaño.
De modo que, como cualquier chavista diría (pido perdón por verme obligado en parecerme a ellos en lo que voy a escribir), tampoco quiero que aquel modelo de hacer politiquería retorne, porque sería volver a tropezar con la misma piedra. Tarde o temprano nos volveríamos a caer. Esa es una sentencia-ley que la historia ha confirmado: “Pueblo que no conoce su historia está condenado a repetir sus errores”. ¿Hasta cuándo vamos a seguir siendo necios?
Si ustedes persisten en la tozuda idea de no medirse en el mejor ejercicio democrático de elecciones primarias, en las que todo el que quiera postule, mida sus candidatos a las próximas elecciones parlamentarias, y que ganen los que deben, no los que ustedes a dedo “cogoyocrático” escojan, les vaticino el más estruendoso fracaso a pesar del pírrico 20% de aceptación popular que tiene el desgobierno revolucionario, y que aunque baja a paso de vencedores nunca llegará a desaparecer, porque los necios e ignorantes desgraciadamente también tienen derecho a existir.
Del 80% de descontento que por consiguiente tiene, los seres pensantes de este país, que dicho sea de paso, cada vez somos más, no los vamos a acompañar en esa aventura politiquera cogoyocrática de antier, responsable paterna de este desastre llamado revolución del siglo XXI, porque tal práctica de necedad es inadmisible, fundamentalmente porque tales ejercicios son incompatibles, en la que una, es una ofensa a nuestra inteligencia, y a nuestra ontología democrática. Si para salir de este gobierno esa es la fórmula que ustedes plantean, lo que viene es la muerte de la patria; y si de eso se trata, prefiero morir con ella que acompañarlos en una nueva desventura politiquera que nos regrese al punto de donde se inició este desastre, y de seguro nos llevaría a otra mucho peor. Estoy seguro que, en esta idea, la inmensa mayoría de los venezolanos me acompañan. Ustedes, al parecer, como que si son los mejores aliados que ha tenido en 16 años esta revolución, porque no han dejado de meter la pata una y otra vez, ¿No van a aprender nunca? ¿No piensan dejar de darse cipotazos contra la pared como muñecos porfiados y necios?
Por Amir Portillo