¿Cuánto más aguantarán los
venezolanos en filas?
Las barricadas en Venezuela están en sus colas y el gobierno ha ordenado comandos a “donde la población se vuelque en busca de productos… para erradicar las colas”.
El presidente y el Estado Mayor contra la Guerra Económica intervinieron así la Avícola Galipán y Practimercados Día a Día, los últimos por colas y la avícola por ‘acaparar’ 28,700 kilos de pollo a 70 bolívares el kilo cuando el oficial está a 40. ¿Eliminará eso las colas en los ‘practimercs’? ¿Aumentará el abastecimiento de pollo? El pollo oficial, a mil bolívares por dólar, cuesta 4 centavos el kilo versus 7 del ‘acaparado’. En los puestos de comida rápida hay colas por pan con pollo. Disputan miserias.
Las colas son un auto de fe venezolano, una penitencia pública que llama al rescate de su independencia y soberanía, dos conceptos que deambulan… y no deben deambular. Necesitan un norte, dirección real, remedio urgente. Sus fuerzas armadas necesitan despertar a la realidad de lo que ocurre.
Maduro comprometió su patria. Cuba está reviviendo la libre empresa y restableciendo sus relaciones con Estados Unidos y el capitalismo. Maduro, constreñido por el castrismo tradicional y útil al de avanzada, el raulismo, sigue cerrando las fuentes de trabajo, producción e ingresos en el país. Es un presidente al que las colas amenazan con pasar por encima.
El estallido se está gestando entre murmuros de estómagos y el cansancio de pies en cola. Millones las hacen, centenares de miles cada día ante tiendas, bodegas y mercados, buscando artículos de primera necesidad. “El cambio… es impostergable e ineludible”, dice María Corina. El gobierno trata de reprimirlo y para eso está su orden a los comandos populares y militares, pero a los estómagos y sus pies no los reprime nadie. Hacer cola se ha vuelto una acción contra el régimen.
Fuenteovejuna, todos a una: Las colas son impersonales. Ese es su peligro, porque el régimen no tiene como evitarlas ni a quien ‘distinguir’ en ellas: Su impacto es profundo y hasta los Castro se distancian de Maduro, no vaya a ser que les salpique lo que viene. Dios proteja a Venezuela adulterada, con Maduro haciéndole la guerra a la clase media y empresarial y hambreando a sus trabajadores, campesinos, obreros y oficinistas como daño colateral.
Habiendo dicho esto, Vincent Stewart, director de la Agencia de Inteligencia del Pentágono, testificó ante el Congreso en Washington que lo más probable es que las fuerzas armadas sigan respaldando al régimen: “Los líderes militares han permanecido leales y seguirán conteniendo las protestas” dice.
Este observador no lo ve así.
Venezuela ha iniciado una transición, con patriotas civiles y militares asistiendo en el parto de una Venezuela nueva, libre e independiente, ciudadanos y oficiales contra el enquiste del Castrismo con consentimiento y colaboración del gobierno. De ellos es la frase de Capriles: “…Venezuela, para cuidarte yo tengo esta vida mía”.
Al gobierno no le será fácil reprimir al pueblo en las colas de su hambre. A sus problemas se suma ahora la odisea de adquirir alimentos. El régimen obliga a vender a precios que producen escasez, el régimen y no la oligarquía. Peligra la arepa. Una resolución reciente fija el precio de la harina precocida para arepas por debajo de su costo de producción. A las fuerzas armadas no les queda manera de pretender que no ven lo que sucede.
Maduro controla Venezuela con la ideología del aparato castrocomunista que lo enclaustra y las Fuerzas Armadas tienen la obligación constitucional de rescatar y defender su independencia. La oficialidad va a tener que decidir entre colaborar con la represión del hambre y la enajenación de su patria o devolverle su soberanía. Esa es su alternativa.
Hay escenas que dan vergüenza. Este observador pudo constatar colas por pañales y leche en Caracas. Las pintas en las paredes dicen “Maduro traidor”. Sabrán por qué. En la Revolución Francesa las mujeres tejían gorros jacobinos. En Venezuela hacen cola. El estallido se cocina allí, entre ellas y las colas, tan simples y elementales que son inevitables, ineludibles, irrechazables, in-borrables e in-quitables.
El 2015 se presenta como uno de los años más duros en su historia y quizás por eso también uno de sus mejores, un año que desemboque en su segunda independencia. La enorme mayoría sufre escasez porque Maduro destruyó su capacidad productiva persiguiendo al empresariado, haciéndose cada vez más dependiente de importaciones pagadas con un petróleo cuyo piso se resquebrajó por debajo de los 95 dólares el barril. Hoy, alrededor de 40, se le ha vuelto imposible mantener los subsidios con que satisfacía al pueblo.
Hay consideraciones que necesitan tomarse en cuenta tanto entre la civilidad como las fuerzas armadas. Este es el momento. ¿Cuánto aguantará Venezuela en cola? Ánimo, valor, prudencia y entrega sin sometimientos.
Guillermo Descalzi